Etgar Keret
1. Asegúrate de que disfrutas escribir.
A los
escritores siempre les gusta decir lo difícil que es el proceso de escritura y
cuánto sufrimiento les produce. Están mintiendo. A la gente no le gusta admitir
que vive de algo que de verdad disfruta.
Escribir es
una manera de vivir otra vida. Muchas otras vidas. Las vidas de incontables
personas que nunca has sido, pero que son tú por completo. Cada vez que te
sientes y te encuentres con la página en blanco y lo intentes –aun cuando no
tengas éxito– agradece la oportunidad de expandir los alcances de tu vida. Es
divertido. Es groovy. Es dandy. Y no dejes que nadie te diga lo
contrario.
2. Ama a tus personajes.
Para que un
personaje sea real, tiene que haber por lo menos una persona en este mundo
capaz de amarlo y entenderlo, sin importar si le gusta lo que el personaje hace
o deja de hacer. Tú eres la mamá y el papá de los personajes que creas. Si tú
no puedes amarlos, nadie podrá.
3. Cuando
escribes no le debes nada a nadie.
En la vida
real si no te comportas puedes terminar en la cárcel o en un hospital
psiquiátrico, pero en la escritura todo se vale. Si en tu cuento hay un
personaje que te atrae, bésalo. Si en tus historias hay una alfombra que odias,
préndele fuego justo en medio de la sala. Cuando se trata de escribir, puedes
destruir planetas enteros y erradicar civilizaciones completas con sólo
presionar una tecla, y una hora después, cuando la viejita del piso de abajo te
encuentre en el pasillo, ella te va a decir hola de todos modos.
4. Empieza
siempre por en medio.
El principio
es como el borde quemado de un pastel que tocó el molde. Lo necesitas sólo para
empezar, pero no es realmente comestible.
5. Intenta no saber cómo acaba.
La curiosidad
es una fuerza poderosa. No la dejes ir. Cuando vas a escribir un cuento o un
capítulo, toma el control de la situación y de los motivos de tus personajes,
pero siempre déjate sorprender por los giros en la trama.
6. No uses nada sólo porque «así es
siempre».
Los párrafos,
las comillas, los personajes que se llaman igual a pesar de haber cambiado de
página: todo eso son sólo convenciones que existen a tu servicio. Si no te
sirven, olvídate de ellas. El hecho de que una regla en particular funcione en
todos los libros que has leído no quiere decir que también funcione en el tuyo.
7. Escribe
como tú mismo.
Si intentas
escribir como Nabokov, siempre habrá por lo menos una persona (cuyo nombre es
Nabokov) que lo hará mejor que tú. Pero cuando se trata de escribir como tú
escribes, tú siempre serás el campeón mundial de ser tú mismo.
8. Asegúrate
de estar solo cuando escribes.
A pesar de
que escribir en cafeterías suene romántico, tener gente a tu alrededor
probablemente hará que te comportes, te des cuenta o no. Cuando no hay nadie
cerca, puedes hablar solo o sacarte un moco, incluso sin darte cuenta. Escribir
es una especie de ese hurgar en la nariz, y cuando hay gente cerca, la tarea
puede volverse menos natural.
9. Deja
que las personas a las que les gusta lo que escribes te den confianza.
Y trata de
ignorar a todos los demás. Lo que sea que hayas escrito simplemente no es para
ellos. No te preocupes. Hay muchos otros escritores en el mundo. Si buscan lo
suficiente, seguro que encontrarán a uno que cumpla sus expectativas.
10. Oye
lo que todos tienen que decir, pero no escuches a nadie (sólo a mí).
La escritura
es el terreno más privado en el mundo. Así como nadie puede enseñarte realmente
cómo te gusta el café, nadie puede enseñarte realmente cómo escribir. Si
alguien te da un consejo que suena bien y que se siente bien, úsalo. Si alguien
te da un consejo que suena bien, pero que se siente mal, no pierdas ni un
segundo en él. Puede funcionar para alguien más, pero no para ti.
(Bonus)
11. Amor
difícil.
El «bloqueo
del escritor» es un término inventado por escritores muy consentidos y
quejumbrosos para referirse a los periodos en que no se sienten inspirados. La
asunción que se esconde tras este término es que la creatividad es una fuente
eterna y con máxima potencia, por lo que si en determinado momento queremos
escribir pero nada excepcional sale del otro lado de nuestro teclado o de
nuestra pluma, debe haber alguna falla obstruyendo el ciclo natural de la
creatividad continua.
Me gustaría
plantear una perspectiva alternativa. La creatividad, como el amor, es un
regalo. Y no te dan regalos todo el tiempo. Si vas a una cita y no te gusta el
chico o la chica con el que saliste, no es que estés experimentando «bloqueo
del enamorado»–sino que simplemente no estás amando en ese preciso momento, y si
eres lo suficientemente paciente experimentarás amor en el futuro
(probablemente en el lugar y la hora en que menos lo esperes). Si no escribes
bien, sigue escribiendo cosas malas (no te preocupes, la mala escritura es
completamente ecológica –no daña la capa de ozono ni hace que te de cáncer). Si
se vuelve muy frustrante, deja de hacerlo –mejor juega bádminton, colecciona
aviones a escala, o haz todas esas cosas que hace la gente que no escribe. Pero
principalmente, espera pacientemente. (Pacientemente, en oposición a
impacientemente, o enojadamente, o amargadamente –porque esa clase de espera no
lleva a la buena escritura en el futuro. La paciencia sí.)
Escribir no
es un hábito. Es una forma de expresión única. Y nadie te debe esa experiencia
especial todos los días o semanalmente. Pero si haces un esfuerzo, en su
ausencia, por seguir viviendo tu vida y experimentar nuevas cosas,
eventualmente regresará. Y cuando lo haga, disfrútala tanto como puedas, antes
de que se vaya otra vez.
[*]
Traducción de José Miguel Rentería, con permiso del autor. Estos consejos
estaban hasta ahora inéditos en español.
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