miércoles, 29 de diciembre de 2010

Fin de año con las estrellas soviéticas

Acá se lee:

Lenin había dicho: "Para nosotros el cine es la más importante de todas las artes". Stalin estaba totalmente de acuerdo: de hecho sentía una enorme pasión por el cine, y desde principios de los años 1930 llegó a interesarse personalmente por algunos aspectos de la enorme industria cinematográfica soviética, promoviendo no sólo el realismo socialista sino también comedias de jazz ligeras a las que era especialmente aficionado. Cuando vio Los Alegres Compañeros, dirigida por Grigori Aleksandrov en 1934, su reacción fue tan entusiasta que llamó al director para felicitarle: "¡Después de ver su película me pareció haber pasado un mes de vacaciones!". Stalin animó a Aleksandrov a seguir haciendo comedias de jazz, y el director rodó otros tres musicales entre los que se encontraba el favorito de Stalin, Volga Volga (1938). Al parecer el propio Stalin llegó a escribir la letra de algunas canciones: "Una canción alegra el corazón / Alguna vez te ha arrebatado / Todos los pueblos, grandes y pequeños, adoran la melodía / Mientras las grandes ciudades cantan la canción".

Y así nacieron engendros camp como El circo (1936), dirigida por Aleksandrov, donde una norteamericana, madre de un niño negro, emigra a la URSS huyendo del racismo. En la Madre Rusia es recibida con aceptación y amor por el pueblo soviético, propiciando un final apoteósico con cantos, banderas, desfiles y, faltaba más, gigantografías del camarada Stalin. Una cruza indigesta entre Leni Riefenstahl y los musicales de la Metro.

Probando y comprobando:


Se me ocurre que algo por el estilo es lo que sueña el ICAU desde su lamentable slogan "Un cine, un país". Los viejos camaradas tienen gustos similares.


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