sábado, 6 de febrero de 2016

Plan de vacunación


PREGUNTA: ¿Cree Ud. que existe una manera particular de leer poesía, una “lectura poética”, en el sentido que la estructura del lenguaje poético (tradición, formas, géneros, etc.) determinaría una actitud previa en el lector?

RESPUESTA: Sí, por eso es fácil que cualquier alfabetizado culto haga un poema.
Hay un recetario de señales (diseño gráfico, orden “vertical”, cierto giro y elocución, el titulaje, etc.) cuya combinación promete que “esto es un poema” y provoca en el lector una disposición de lectura para la que bien lo ha adiestrado la escuela (cierta posición de regodeo en la musicalidad del lenguaje, tal veladura de la decodificación referencial, determinada disposición emocional a recibir mensajes “elevados”, etc.). A este respecto me gustaría invitar a la observación de lo que hace la escuela con el niño y la poesía: a la vez que se castiga la libertad del lenguaje mediante infinidad de recursos, se imponen no solamente un repertorio de lecturas parcial sino un estilo de lectura que clasifica el poema en el lugar de menor atractivo posible: “lo difícil”, lo tonto, lo solemne, lo “elevado”, lo “sublime”, lo “engolado”, etc. Después de semejante trabajito de la cultura, es muy difícil disponer a un chico para la lectura gozosa de los mismos versos de Hernández, o Lugones, o Darío que le suministraron como parte de un plan de vacunación contra cualquier subrutina de goce.
–Fogwill, Los libros de la guerra

No hay comentarios:

Publicar un comentario