viernes, 28 de abril de 2017

La huella digital

Ángel Quintana

La alternativa que se establece desde la institución arte en torno de la imagen digital no hace más que sentar las bases para la construcción de una nueva reflexión sobre la creación de otras texturas plásticas capaces de generar nuevas vibraciones visuales que puedan alterar la conciencia. De modo parecido a la animación mediante imagen de síntesis, el net art surge como un territorio apto para la creación de nuevas imágenes expresivas. A pesar de situarse la imagen de síntesis en la esfera figurativa y la imagen artística en la abstracta, en lo representado y en el médium, ambas minimizan el efecto documental de la imagen dentro la esfera digital. Parece como si lo analógico/fotográfico fuera un efecto del pasado: un simple paréntesis en la historia de la cultura visual. La cuestión no deja de resultar paradójica ya que la función documental de la imagen, su deseo de capturar el mundo, no solo no ha perecido sino que ha ampliado su capacidad de uso. Con el cambio de siglo, lo que definitivamente ha perecido ha sido el culto al valor de la huella como depósito de la verdad de la imagen. En nuestro presente no existen imágenes únicas y originales. Todas las imágenes circulan y todas son susceptibles de ser alteradas.
Las múltiples pantallas que pueblan la iconosfera han revalorizado el papel que puede tener la imagen como documento, incidiendo en el ámbito familiar donde se ha empezado a configurar un deseo de documentar toda la experiencia en imágenes. La implicación de la imagen con el tiempo vuelve a resurgir en una imagen doméstica centrada en la búsqueda de sistemas de filmación de lo perecedero. Este deseo de documentar no afecta solo a las imágenes ligeras que pueblan las multipantallas de la iconosfera, sino también […] a todo el proceso de reconfiguración de la imagen documental. El auge que ha experimentado en los últimos años el documental contemporáneo es una prueba patente del deseo que ha experimentado la imagen para encontrar su lugar frente a ese proceso de hibridación de la imagen. En un momento en que lo real de la representación no cesa de ocupar el espacio de la representación de lo real para recuperar su sentido, el cine parece necesitar recuperar sus lazos con el documento.
El digital ha alimentado ese deseo de captura de los vestigios de lo transitorio, el afán de registrar el mundo para poder volver a hacerlo visible. El gesto no ha servido para resucitar una categoría como el cine documental, entendido en el sentido ortodoxo del término, sino para cuestionar la tenue frontera que separa lo ficticio de lo real. Lo auténticamente nuevo no surge del camino que conduce hacia lo virtual, sino del proceso de hibridación de la imagen. Las filmaciones en cámara digital conservan, e incluso incrementan, su apariencia de documento, a pesar de que han sido capturadas por una tecnología que ha anulado el valor que poseían como índice. La hibridación entre reproducción y representación es lo que marca el signo del tiempo y lo que hace compleja la naturaleza de las imágenes. En un momento en el que existen múltiples formas de circulación de imágenes de todo tipo, la hibridación del medio se ha convertido en el punto de partida de una posible hibridación de las imágenes de lo real, mientras la relación de la imagen con el factor tiempo no cesa de fortalecerse.

De “La hibridación de lo real: la huella digital”
Incluido en Imaginar la realidad:
Ensayos sobre la representación de la realidad
en el cine, la televisión y los nuevos medios
Comunicación Social Ediciones
Sevilla-Zamora, 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario