Emilio Bernini / Daniele Dottorini
En una consideración
genealógica, puede decirse que ese modo de ver la imagen sin subordinarla a su
función (en la narración, en el sintagma), sin someterse a su finalidad, fue
posible en el cine clásico y había sido explotada deliberadamente se diría en
el cine de las vanguardias y del modernismo. Pero importa el cine clásico, cuyo
régimen de representación mimético parecía indicar, prefigurar, todos los
sentidos de su visión, antes que la respuesta modernista de apertura y
dispersión deliberadas, al romper las continuidades espacio-temporales de
montaje y otorgar a las imágenes funciones paradigmáticas más que sintagmáticas.
En el cine representativo, el espectador puede aún liberar la mirada, porque
incluso hay allí imágenes “ociosas”, que no cumplen necesariamente una función,
como si en el seno mismo del relato más mimético fueran susceptibles de
lecturas no previstas en su configuración. Se trata de la posibilidad de
detenerse en detalles que rearticulen (desarticulen) de una manera no prevista
(no narrada) la historia, que desvíen el sentido de aquello que vemos. La
posibilidad de la liberación de la
mirada, incluso en el cine más controlado, más autoritario, que es a la vez la
posibilidad de que una imagen se desvíe o se disperse, está inscripta en la
lógica misma de la relación entre las imágenes en el montaje.
Esa posibilidad de
liberación de la mirada y de la imagen ha sido elaborada por Jacques Rancière
en su noción de image pensive: la imagen pensante es aquella que no define
su propio modo de ser mirada, que no se impone por sí misma, y cuyo estatuto es
cierta disponibilidad de lecturas, de miradas y de usos. Con la imagen pensante se desarticulan las
jerarquías entre aquellos que miran y aquellos que construyen el sentido de las
imágenes. Ahora bien, si la imagen
pensante es la posibilidad misma de aislar la imagen, el plano, de su
organización sintagmática previa, si incluso es la posibilidad de otorgarle un
sentido múltiple más allá de los que estaban inscriptos en ella, si es su nuevo
uso en otro orden discursivo, es decir, en otro film, ¿no es entonces la image pensive aquello que lleva a cabo
la práctica y la estética contemporánea del found
footage? ¿No es el carácter “pensante” de la imagen la posibilidad que ésta
tiene de ser leída y utilizada incluso contra sí misma, y en un sentido incluso
experimental, en un nuevo montaje visual y sonoro, como ocurre en algunos films
de found footage, como en las
notables películas de Yervant Gianikian y Ángela Ricci Lucchi?
En efecto, los
cineastas de origen armenio e italiano ya no conciben el cine en términos de
registro, de creatio ex nihilo, sino
precisamente en el de la recuperación material de la película y en la relectura,
el trabajo material sobre el film mismo, para redistribuirla en otra
configuración, es decir, volver a filmar con lo ya filmado. Esa redistribución
o re-montaje del film ya existente es precisamente un modo de trabajar la
pensatividad de la imagen, cuando, como ellos mismos enfatizan, se detienen en
los “elementos escurridizos” del plano, en los “márgenes”, en aquello que “rehúye”
la mirada.
Si bien se trata de una
práctica modernista (de Dziga Vertov a Jean-Luc Godard), sería preciso
considerar el found footage como una
estética contemporánea. Justamente porque su ejecución no depende tanto del
archivo sino del uso, la lectura, la nueva mirada sobre la imagen, cualquiera
sea, que pone en cuestión los fundamentos mismos del archivo. Con el found footage el archivo demuestra ser
una manera singular de lectura de la imagen -positiva, institucional, de
superficies, que se atendría a su sentido originario, inicial. No sólo la
disponibilidad proliferante de imágenes en las nuevas tecnologías permite esa multiplicidad
de miradas, sino que también la habilita su dispersión y su fragmentación. La
mirada errática del espectador-lector contemporáneo permite también,
paradójicamente, la mirada analítica, habituada a recorrer las imágenes de un
modo que ha dejado de estar plenamente controlado.
“Filosofía, estética y política en el cine contemporáneo”
Posfacio de Cine y
Filosofía
El cuenco de plata,
Buenos Aires, 2015
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