martes, 3 de agosto de 2010

Cada actor habita un mundo

De una entrevista con Juliette Binoche:

- Conocer a personas que, en la realidad, ejercen una actividad similar a la que debe interpretar, ¿suele cambiar su manera de trabajar?

- Sí. Para mí, la preparación es más apasionante que el rodaje. Son los momentos más activos, mientras que el rodaje es un período casi pasivo: el resultado de una efervescencia. Durante el rodaje todo debe pasar a través de mí y a pesar de mí. Antes, profundizamos, buscamos, reflexionamos, conocemos gente, imaginamos, vivimos con el personaje de una manera muy íntima y cotidiana, nos acompaña en la cocina, en el coche, en los atascos... El guión se convierte en una parte de mí, como un miembro suplementario. Así es como las palabras cobran vida, convirtiéndose en una extensión de mí misma y en una espiral interior.

- ¿Esto sucede según las indicaciones del realizador?

- Isabelle Huppert me dijo un día: "Hay que interpretar contra el director, transgredir lo que nos pide". En ese momento aquello me desconcertó, durante mucho tiempo fui un buen soldadito, dispuesto a obedecer. En la época de Rendez-vous (André Techiné, 1985) yo era la "señorita sí-sí", más tarde descubrí que a veces ella tiene razón. No se trata de enfrentamiento, sino de suscitar una relación de intercambio en la que ambos existen, en que la fricción engendra una chispa. A veces hay que ser más astuto, tomar lo que el cineasta nos ofrece para convertirlo en algo hacia lo que nos sentimos inclinados. Por supuesto, la relación cambia con cada director.

Para nosotros, los actores, la preparación es nuestro espacio de libertad, así como el montaje es el espacio de libertad del director. Ahí está tranquilo, hace lo que quiere, puede quitarnos la palabra o suprimir imágenes impunemente. Para el actor, la zona de creación se sitúa antes del rodaje.

- ¿La preparación implica una parte de investigación, en cierto modo como un periodista?

- La búsqueda de información no tiene como finalidad acumular conocimientos, sino crear una impronta. Conocer a personas o visitar lugares no tiene como objeto adquirir un saber sino conservar, físicamente, nerviosamente, una huella. Para que en el momento de interpretar la encontremos ahí.

- En cuatro ocasiones ha trabajado en dos filmes del mismo director (Carax, Techiné, Minghella, Haneke). A pesar de las grandes diferencias entre ellos, ¿el reencuentro permite construir algo más?

- Volver a trabajar con un director es una manera de reconciliarme mínimamente con lo que fue mi sueño de partida: formar parte de un equipo donde las tareas rotarían, actor, director, decorador, técnico de iluminación; pensaba en el teatro, claro. Era la idea de compartir, de un círculo en el que todos se encuentran a la misma distancia del proyecto, de la obra. Esto no ha ocurrido, dejé que el cine me arrastrara, pero persiste el deseo de compartir, conservo ese sueño, esa utopía... [un silencio] ¡Porque a los directores les gusta el poder, hay que decirlo! No todos actúan de la misma manera, algunos se sirven de él para liberar, para ser generosos. El más generoso que he conocido es Hou Hsiao-hsien. El transmite la sensación de que la creación no le pertenece, que no pertenece a nadie, lo que refuerza mi idea de equipo, donde ningún nombre destaca sobre los demás. Cuanto más nos servimos del poder, más nos domina.

- ¿Cree que en algún momento sabe algo más (o mejor) que el director sobre el personaje?

- Conozco mi posibilidad de interpretarlo. No tengo un conocimiento objetivo del personaje, me apetece probar, indagar en zonas nuevas, plantear una cuestión a través de una toma. Si el director se niega, entiendo que esto revela sus límites, demuestra que no tiene confianza.

- Para el papel de Lucie Aubrac (Amor en tiempos de guerra), lo que usted sabía de la verdadera Lucie la llevó a un conflicto abierto con el realizador, Claude Berri, hasta el punto de ser despedida.

- No me comprendió. Mientras, Lucie estaba ahí. En ambos casos me sentía "transportada", aunque de forma muy distinta, por mi relación íntima con la persona que debía interpretar, María Magdalena o Lucie. ¡Está claro que había dejado de ser el soldadito subordinado de otro tiempo! Pero no creo haberlo sido nunca enteramente.

- ¿Ni siquiera en Mala sangre (Léos Carax, 1986)?

- Es diferente. Léos Carax profesaba un amor tan intenso al cine que para unirse a él había que tener una capacidad de entrega a su medida. Había visto algunas películas cuando venía a París. Léos me hizo descubrir grandes películas, me hizo amarlas. Sobre todo películas americanas, Griffith, Vidor... La relación entre director y actor me fascina. No hay creador sin criatura, pero la criatura debe ser creadora. Y esto no se transmite con palabras.

- ¿La ha enriquecido conocer a actores?

- Cada actor habita su mundo. Hay que replegarse en uno mismo, con las antenas preparadas. En el momento de tocar, un músico no puede ocuparse del violinista que tiene a su lado, tocará con la esperanza de que ambos sonidos se armonicen y participen de la misma creación. Interpretar juntos es como la gallinita ciega: tienes los ojos vendados, tengo los ojos vendados, y tenemos que encontrarnos. Un director nos pone firmes, nos da la pauta, a menudo con su sola presencia. El director está ahí como una referencia (que incluye, de hecho, la palabra "padre") que permite a cada uno ocupar su lugar. Es un padre más o menos bueno... En Mala sangre me sorprendió cómo Michel Piccoli no prestaba ninguna atención a los otros actores. Sólo le interesaba el cineasta. He vivido verdaderos encuentros con actores, el único día que pasé con Jeanne Moreau en el rodaje del film de Gitai es inolvidable, con Forest Whitaker bastó que habláramos por teléfono, con Judi Dench fue la risa compartida: siempre se trata de un encuentro a posteriori, más allá de algo que hemos atravesado, y gracias al hecho de que nos hemos dejado atravesar por los demás. Lo hemos experimentado, hemos sido capaces de amar a través de un arte: un arte que no se explica, que no se aprende, que está ahí. En ese momento todo lo que remite al ego ha desaparecido.

Declaraciones recogidas por Jean-Michel Frodon el 11 de junio de 2007

Cahiers du cinéma, n° 625, julio-agosto, 2007

Traducción: Antonio Francisco Rodríguez Esteban

25 comentarios:

  1. Tengo una fascinación particular por las actrices francesas. De la Binoche me acuerdo que la empecé a reconocer en Bleu, y esa cara me transportaba, y cuando vi Damage aluciné. La Huppert es una diosa fría, una actriz de miedo (sin la belleza que aunque majestuosa carnalizaba tanto a la Deneuve)y también me gusta. Siempre tuvo poco pelo y recuerdo que en una época en que a mí se me caía sacaba películas de ella para consolarme (patético, ni lo digan). Y muero literalmente con la Ardant: su desmayo en el estacionamiento en brazos de Depardieu (La mujer de la próxima puerta) es una de mis escenas preferidas de amores adúlteros.

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  2. A mí siempre me ha sorprendido que la gente haga comentarios negativos de la Binoche. Y los he escuchado por docenas. Recuerdo cómo la detestaba el pobre Bebe Cerminara, entre muchos. A mí siempre me ha parecido extraordinaria, aún en películas que estaban muy por debajo de su talento.

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  3. Coincido totalmente con ambos comentarios,la Binoche es salada. Agrego dos películas donde está genial, Caché y Las Horas del Verano.
    Para lajack, de la Ardant, que la gocé en las flojitas La cena y La Familia de Scola, por ser lo mejor de ambas (me empalagaba Gassman),te recomiendo la Callas del chanta Zeffirelli, ahí mata, Casta Diva...bravísimo!!!

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  4. Ah,lajack, no te me olvides de la francesa, número uno...Jeanne Moreau.

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  5. Si, me había olvidado no entiendo cómo, de Caché, espectacular!, donde además estaba uno de "mis" actores (Auteil). Las horas del verano no la vi. Y la de Ardant haciendo de Callas tampoco, no sé para diva pero para una enamorada sufrida le tengo una fe bárbara.

    La Moreau no llegué a verla en su esplendor (soy muy joven...casi una piba!!!!)ni vi ciclos de ella en Cinemateca como para opinar. Había algo en su rostro que además no me gustaba, lo mismo me pasaba con Bette Davis y con Ava Gardner ¿qué sería?

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  6. Si, la Moreau es la uno. En mi lista siguen Anna Karina, la que está con Godard en la foto de más atrás, y la otra: Stephane Audran (que no se lo que le vió a Chabrol pues fue su mujer por varios años). En cuanto a la Gardner, una belleza total, inigualable. La vi de nuevo en Mogambo hace bien poco y Grace Kelly parece una cajera de Tata. Actualmente la única mujer con la clase de belleza de Ava Gardner es Catherine Zeta-Jones. Parecen mujeres de verdad.

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  7. Mary O¨Donnell, Brillante su apreciación!!.Ava Gardner,morbo perverso y un rictus cínico que deja sin aliento a cualquiera. Anna Karina, permanecerá en mí, eternamente joven, con esa doble condición de rebelde y tierna..!Qué mujer mi dios!!!

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  8. Perdón por el entusiasmo, el cine eleva a la mujer a una condición semi-divina. El rostro de mujer adquiere un halo sobrenatural (y no pienso en el Star System), sino en la transmutación del alma femenina a niveles nunca alcanzados por ningún arte. Cuando ví por primera vez Persona de Bergman, Bibi Andersson y Liv Ullmann, me mostraron rostro y alma de mujer, esas cosas tan esquivas para los hombres.

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  9. No sé si leyeron la entrevista. Desde que la leí, hace un tiempo, la recordé siempre como un relato amoroso del trabajo actoral, una descripción muy afinada del actor como artesano, como creador de herramientas a través de vínculos y no tanto de técnicas.

    Lajack: creo que entiendo lo que le pasa con la Moreau. Si se la conoció ya de veterana, ganó un gesto amargo en la comisura de los labios que le dio un aire de mala uva permanente, e ideal para papeles como el de la inolvidable suicida de "Las cosas por su nombre" (Les valseuses), del injustamente denostado Bertrand Blier. Como que los años no hicieron justicia con su belleza de juventud ("Ascensor para el cadalso", "Los amantes", "Jules et Jim").

    En lo personal, una belleza que me conmueve hasta el caracú es la de Romy Schneider.

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  10. Uy, si. Una mujer con una belleza rarísima. Otra rara, rara fue Simone Signoret. Su vejez no fue muy justa tampoco. Pero si de injusticias de la edad se trata no hay como un antes y un después de la Bardot.

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  11. Ay Lorre,me hizo acordar de esa diosa!,¿Se acuerda Ud.cuando le pedí a un amigo ¨Lo importante es amar¨,de Zulawski?, y lo comenté con usted?..

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  12. La Bardot, pobre. Ahí es cuando uno justifica chapa y pintura en algunas mujeres.

    Sí, Castrato: en "Lo importante es amar" la Schneider está para que haga lo que quiera con uno: de ser su perro a casarse. Mire lo que le digo.

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  13. Disculpen las damas los dos comentarios estúpidamente machistas de más arriba. Y ya que estamos, acá va otro: la Gardner no era una mujer; era una fuerza de la naturaleza.

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  14. Ah si, totalmente. Me extraña caballeros que ninguno de los dos haya dedicado unas líneas a Emmanuelle Beart. No se preocupe, Lorre con los comentarios porque dentro de un rato las chicas podemos arrancar con nuestras preferencias masculinas en el séptimo arte (como diría Jakie). Yo las tengo desde el mudo hasta hoy mismo, mire lo que le digo. Como verá, su post se fue a cualquier parte.

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  15. Estimada Mary, perdone usted, las hormonas nos gobiernan. Ver una fémina en el cine nos alborota mucho. Ahora para su beneplácito le digo, algo que todos los hombres sabemos, no hay nada más hermoso en el mundo, que una mujer de carne y hueso nos quiera.

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  16. Pero si se parece a Ava Gardner, o a Romy Schneider y, sí, a Emmanuelle Béart, mejor.

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  17. A propósito de lo que decía Miss Mary al final de su comentario: ¿alguien leyó la entrevista?

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  18. La leí de pe a pa. Me pareció una mina super inteligente, ahora la quiero más que antes. Eso de seguir el consejo de la Huppert y reconocerse antes una chica si-si en el rodaje me pareció muy original. El enriquecimiento de la profesión, a similitud de una ejecución musical,la relación actor director siempre rica, por lo conflictiva, adictiva o reflejo de (in) seguridades mutuas.

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  19. Genial, Castrato. Misión cumplida, entonces.

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  20. Es interesante lo que dice sobre que para los actores la zona de creación está antes del rodaje (algo como lo que decía Hitchcock) porque creo que no es lo que el espectador siente, creo que el espectador siente que el personaje nace ahí, delante de él, corporizándose de ahí a la eternidad (una vuelta, si se quiere, muy metafórica de eso, la dio Woody Allen en La rosa púrpura del Cairo).
    Creo, por lo que deja intuir, más que por lo que dice, que a Binoche le interesa el trabajo de dirección, no sé si entendido como el de un equipo (eso es lo que parece); más bien me dio la sensación de que para ella los polos son determinantes y en la tensión actor/director es que se juega la ficción. Así que tal vez tengamos a una Nicole García en algún momento....

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  21. Sí, Lajack, es riquísima la entrevista respecto a la relación actor-director. Y no necesariamente como relación armónica (ver el consejo de la Huppert). No sé si a la Binoche le interesa dirigir (tal vez Ud. lo ha captado con ese sexto sentido que la providencia le dio) pero sí queda claro que reivindica el lugar del actor como una fuerza misteriosa e ineludible.

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  22. Es cierto lajack, a mi me dió la misma impresión de estar la Binoche seducida por la relación actor-director. Yo que sé, hay genialidades en polos opuestos. Me acuerdo ahora de la relación totalmente diferente de Nicholson con Antonioni,por ejemplo en The Passenger y sus célebres planos secuencia. Allí Nicholson como un conejillo de indias hacía lo que Antonioni le pedía y no tenía idea de qué iba la cosa. Y salió una genialidad. Allí la relación actor-director era totalmente diferente a la vital,que plantea Binoche.

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  23. Antonioni siempre fue extremadamente parco con los actores (Mastroianni se quejaba de eso y sufrió el rodaje de La Notte como un desgraciado). No creo que la Binoche hubiera aceptado esas reglas, o hubiera sido expulsada, como con Berri.

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  24. Tal cual Lorre, el pobre Marcello contaba que se tenía que parar en el medio de la escena y poner cara inexpresiva total hasta que gritaran corten!!.Evidentemente, Binoche plantea su ¨onda¨, muy marcada por la relación humana pre-durante y post-rodaje.

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  25. 1- Me gusta la Binoche. Puede que sientan que me voy a los campos de Úbeda, pero hallo lazos entre su gesto actoral y el de Victoria Abril; okey, no me pidan que lo racionalice, yo qué sé qué sé yo, simplemente puedo decir que las asocio por algo de su expresión facial o por esa manera enigmática y de sentimientos contenidos con que las veo posicionarse en cada personaje.
    2- Lo que declaró en esta nota me ha sorprendido porque además de actuar bien, descubro que la mina tiene un nivel conceptual importante.
    Me fascinó en particular este pasaje: "La búsqueda de información no tiene como finalidad acumular conocimientos, sino crear una impronta. Conocer a personas o visitar lugares no tiene como objeto adquirir un saber sino conservar, físicamente, nerviosamente, una huella. Para que en el momento de interpretar la encontremos ahí." Realizando una traspolación de la actuación a otros ámbitos de la vida, cuán cierto es! Y en ese misterio, por qué algunas cosas nos marcan, y cómo inciden en nosotros luego, es entre otras cosas lo que hace tan mágica a la existencia.

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