Aquí está Buster Keaton, con su última y admirable película: College. Asepsia. Desinfección. Liberadas de la tradición, nuestras miradas se rejuvenecen en el mundo juvenil y temperado de Buster, gran especialista contra toda infección sentimental. La película resulta bella como un cuarto de baño: con una vitalidad de Hispano. Buster jamás tratará de hacernos llorar, porque sabe que las lágrimas fáciles están periclitadas. Tampoco es, sin embargo, el payaso que nos hace reír a mandíbula batiente. Ni un instante dejaremos de reírnos, no de él, sino de nosotros mismos, con la sonrisa de la salud y la fuerza olímpica.
En el cine opondremos siempre la expresión monocorde de un Keaton a la infinitesimal de un Jannings. Los cineastas abusan de este último, multiplicando por n la menor contracción de sus músculos faciales. En Jannings, el dolor es un prisma de cien caras. Por ello es capaz de actuar en un primer plano de 50 metros y, si se le pide “más todavía”, nos demostrará que sólo con su rostro se puede hacer toda una película que debería titularse: “La expresión de Jannings, o las combinaciones de M arrugas tomadas de n en n.”
En Buster Keaton, la expresión es tan modesta como la de una botella, por ejemplo; aunque, por la pista redonda y clara de sus pupilas, revolotea su alma aséptica. Pero la botella y el rostro de Buster tienen puntos de vista infinitos.
Los hay raros, que deben cumplir su misión en el engranaje rítmico y arquitectónico de la película. El montaje —llave de oro del cine— es lo que combina, comenta y unifica todos estos elementos. ¿Puede alcanzarse más virtud cinematográfica? Se ha pretendido ver una inferioridad de Buster, el “antivirtuoso”, por comparación con Chaplin, convertirlo en una desventaja para el primero, algo así como un estigma, mientras que nosotros consideramos como una virtud que Keaton llegue a la comicidad por la armonía directa con los utensilios, las situaciones y los demás elementos de la realización. Keaton está cargado de humanidad: pero de una humanidad además reciente e increada, de una humanidad de moda, si se quiere.
Se habla mucho de la técnica de películas como Metrópolis, Napoleón... Nunca se habla de películas como College y es que ésta se halla tan indisolublemente ligada a los otros elementos que ni siquiera se percibe, de la misma manera que cuando vivimos en una casa nos olvidamos del cálculo de resistencia de los materiales que la componen. Las superproducciones deben servir para dar lecciones a los técnicos; las de Keaton para dar lecciones a la realidad misma, con o sin la técnica de la realidad.
Escuela de Jannings, escuela europea: sentimentalismos, prejuicios estéticos y literarios, tradición, etc.: John Barrymore, Veidt, Mosjukin, etc.
Escuela de Buster Keaton, escuela americana: vitalidad, fotogenia, ausencia de cultura y tradición reciente: Monte Blue, Laura la Plante, Bebe Daniels, Tom Moore, Menjou, Harry Langdon, etc.
Publicado en Cahiers d’Art, 1927
¡El gran Buñuel, que maravilla de crítica!, la pieza es una creación Made in Manifiesto de Breton (es lógico el año 1927, en plena eclosión surrealista.
ResponderEliminarAhora discrepo con el juicio final, para mí Jannings con su técnica, tradición, sentimentalismo, prejuicios etc, se goza tanto en El Ultimo de la mano de F.W.M, como Keaton o Langdon. Para mí Jannings es una concepción de ¨machietta¨ del cine mudo, muy disfrutable.
Exacto, Castrato. Época de manifiestos, de Ellos vs. Nosotros, etc. Hay que leerlo en ese contexto, me parece. Y, sí, Jannings es EL actor del cine mudo, pero puesto en perspectiva, sería un Jack Nicholson de hoy.
ResponderEliminar¿Vio qué post se me ocurrió colgar en la noche de la neuralgia?
Se, se, se... algunos critican la noche de la nostalgia... pero semejante pedazo de recuerdos nos trajo con esta nota!
ResponderEliminarY claro, hablamos de Buñuel... hablamos de palabras mayores. Sin embargo, lo que no se me ha ocurrido es comparar como él sí lo hizo a actores que me parecieron todos de calidad. He disfrutado tanto a Chaplin como a Buster K como a Harold Lloyd, como a los hermanos Marx, y al gordo y el flaco... Reconozco que no los conocí por su "orden de aparición" al mundo del cine... nací en la década de los 60. Dios, y las tardes de risas con los tres chiflados, y con Abbot y Costello!
Puede que algunos me llegaran más emocionalmente, pero como mera espectadora, no me pongo a analizar los por qués...
Estimada Sra. Tri Tri, me congratulo que usted se haya reído con el cine. Deduzco (por anteriores comentarios), que usted es amante de la buena literatura. Por tanto no se autodesigne ¨mera espectadora¨, ningún espectador es ¨mero¨. Como espectadora usted tiene todos los derechos. Usted participa o nó, decide analizar o nó. Un estigma (entre otros), que tiene el cine es que se le subestime. Yo estoy seguro, que usted no lo hace. Entre otras cosas por haber nacido en los 60. Y esa revelación prefiero olvidarla, la prefiero atemporal, como habita usted en mis fantasías.
ResponderEliminar(las que el cine nos ayudó a construir, a ambos).
Ah, no no no, no quise subestimar en absoluto. El cine me apasiona, debo confesarle; a lo que me refería específicamente es a que no tengo conocimiento técnico del tema, no conozco el asunto desde adentro. Desde ese punto de vista, tengo únicamente una perspectiva: la de espectadora. Que participo? Claro que sí, pero siempre desde ese rol.
ResponderEliminarUn tipo como Buñuel tiene tantísimos elementos más para juzgar y evaluar un trabajo en cine!
Caramba, me impresiona lo de la atemporalidad, Castrato, suspendo la cirugía estética que tengo pactada para el viernes, entonces? (aquí vendría un emoticón risueño, ud que notoriamente tiene mucha imaginación, no tendrá dificultad en imaginarse la carita riéndose)
Ja,ja.Sí, suspenda la cirugía estética del viernes. Y le cito a un gran teórico del cine como Jean-Louis Comolli..¨lo que ¨ocurre¨ en un film, no es otra cosa que lo que le sucede al espectador¨. Volviendo al post, tanto Buster Keaton como Emil Jannings son altamente disfrutables, por lo menos para éste espectador.
ResponderEliminar