Ahora que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood ha anunciado sus intenciones de entregarle en noviembre un Oscar especial, lo cual suena muy bizarro en sí mismo, Godard no aparece. “Hemos intentado por teléfono, fax, e-mails a varios amigos y colaboradores. Le hemos enviado una carta formal por FedEx”, dijo un vocero de la Academia. Pero de Godard ni noticias.
Es un hombre hermitaño y difícil de localizar. Su número de teléfono es un secreto bien guardado, y es imposible conectarlo vía e-mail ya que realiza su trabajo en máquina de escribir y se niega a usar Internet por un tema de principios. Más difícil aún es que se muestre en público.
En el último Cannes, donde se estrenó su Film Socialisme, había cierta expectativa de que apareciera, pero a último momento el director del Festival informó que Godard había aducido para su ausencia “problemas del tipo griego”, sea lo que sea que eso signifique.
Nadie piensa que aparezca en la fanfarria de noviembre. A lo sumo, enviará una carta similar a la que escribió en 1995, cuando el Círculo de Críticos de Cine de Nueva York le otorgó una distinción por su carrera:
Estimado Señor:
Gracias por su mensaje electrónico fechado el 20 de Enero, 11:24 a.m. Muy poca salud. Demasiada nieve en el aeropuerto, y pocos ahorros en el banco para financiar el boleto de avión.
Hollywood siempre decía que un servidor no sirve para contar historias. Yo agregué en el último capítulo de mis historias del cine que nada está perdido, excepto el honor.
Es entonces mi deber –sin derechos de copia (copyrights), sólo deberes de copia (copyduties)– no aceptar más el honor de su reconocimiento. Le ruego que acepte las siguientes razones incompletas para tal genuina y avergonzada decisión.
JLG nunca fue capaz a lo largo de toda su carrera como cineasta y cinéfilo de:
Disuadir al Sr. Spielberg de que reconstruyera Auschwitz,
Convencer al Sr. Ted Turner de no colorear el pasado y las queridas caras cómicas,
Condenar al Sr. Bill Gates por nombrar Rosebud a su oficina,
Conminar al Círculo de Críticos de Cine de Nueva York a no olvidar a Shirley Clarke,
Obligar a Sony, ex Columbia Pictures, a imitar a Dan Talbot/New York Films al momento de pagar las cuentas,
Forzar a la gente del Oscar a premiar a Abbas Kiarostami en lugar de Kieslowski,
Persuadir al Sr. Kubrick a proyectar los cortos de Santiago Álvarez sobre Vietnam,
Rogar al Sr. Keaton que leyera la biografía de Bugsy Siegel,
Filmar El desprecio con Sinatra y Novak,
etc., etc…,
Aún no he terminado, mi querido señor, mi largo viaje a la casa del cine, pero echo mucho de menos los puertos de escala; no hay chicas en cada puerto, pero tampoco hay honores que yo pueda merecer.
Por favor pida al distinguido público algo de indulgencia por este penoso inglés de su colega, y envíe saludos al cine Bleecker Street, si aún está allí.
Cordialmente suyo,
Jean-Luc Godard
El cine Bleecker Street, donde se estrenó Sin aliento en Nueva York, ya no existía.
¨Vous êtes le personnage¨.(*) ¨El cine no es un arte, no es una industria, el cine es un misterio¨. Y a la industria no le importa el cine, le importa el dinero. Ya no existe el cine, ya no existe el honor si la industria decide premiar a JLG, no existen como no existe Bleecker Street.
ResponderEliminar(*) JLG en conversación con Onetti.
Los problemas “del tipo griego” de Godard, según tengo entendido, eran de índole económico. Por ese entonces Grecia atravesaba su peor crisis económica y esta fue la manera que Godard eligió para decir que no tenía un mango para viajar. En algún foro se comentó que el problema griego de Godard había surgido cuando el cineasta había descubierto que su esposa era en realidad su madre y que el tipo al que había matado tiempo atrás no era otro que su progenitor.
ResponderEliminarMuy útil la info, Hlynur. De lo contrario, la imaginación parte para el lado de esos chistes de los foros, o de algo aún más sanguinario.
ResponderEliminar