martes, 1 de noviembre de 2011

martes, 9 de agosto de 2011

Persiana americana

Alfredo Garcia | Radar
Hollywood es un reino machista. Si así no fuera, la brillante Polly Platt sin dudas hubiera llegado a dirigir, ya que sus talentos como directora de arte, guionista y productora en títulos tan importantes como Pretty Baby, Míralos morir o La última película abarcan buena parte del oficio y la creatividad que se requiere para hacer buen cine. Y Polly Platt, muerta el pasado 27 de julio de una esclerosis, era una mujer tan creativa y versátil como para haber empezado su carrera como doble de riesgo de Nancy Sinatra, e incluso para poder ser considerada la visionaria que contactó a Matt Groening con el productor James Brooks, reunión de la que surgió el programa animado más popular de la TV de los últimos 23 años: Los Simpson.
Mary Marr Platt, nació en Illinois en 1929. Su padre era juez, no un juez cualquiera, sino nada menos que uno de los magistrados durante el Juicio de Nuremberg. Rebautizada Polly por sus familiares, estudió arte en el Carnegie Institute y llevó una vida bastante normal y lejana al mundo del entretenimiento hasta que su primer marido, Philip Klein, murió en un accidente de autos. Hacía sólo ocho meses que estaban casados.

Poco tiempo después conoció a Peter Bogdanovich, asistente todo terreno de Roger Corman, que para sacar una buena película de un magro presupuesto conseguía que todos los que trabajaban con él hicieran cualquier cosa que hiciera falta. Y sus esposas también, parece. En el set de Los ángeles salvajes, de Corman, el asistente de dirección tuvo días terribles en la oficina, por decirlo de alguna manera, ya que terminó con varios huesos rotos, producto de intentar dominar a los auténticos Hell’s Angels, a quienes el director había contratado como actores secundarios y extras. Esto no impidió que Polly se ocupara de ayudar con la dirección de arte y el vestuario, además de cubrir a la bella Nancy Sinatra en sus escenas de riesgo en la moto de Peter Fonda (hay que agregar que Polly Platt no era menos bella que Nancy).
Llegar a director con Corman no era nada fácil. La primera oportunidad que tuvo Bogdanovich no fue con su nombre sino con un seudónimo, Derek Thomas, y en realidad era una versión americana de un film de ciencia ficción de Europa Oriental, Voyage to the Planet of Prehistoric Women (Viaje al planeta de las mujeres prehistóricas, todo un clásico menor del cine de súper acción), opus en el que Polly Platt también debutó como production designer (escenógrafa, o lo que ahora se llama “dirección de arte”), por supuesto que sin figurar en los créditos.

Pero Bogdanovich quería dirigir en serio y un renuente Corman, un poco cansado de su insistencia, le hizo una especie de apuesta: quedaban tres días de contrato de Boris Karloff de una película previa en la que el veterano ex Frankenstein se había enfermado, así que si Bogdanovich tenía un buen guión que pudiera aprovechar a Karloff como protagonista utilizándolo sólo esos tres días de contrato, podría dirigir. De ese desafío surgió un argumento, coescrito entre Bogdanovich y su esposa Polly, en el que un ex combatiente de Vietnam se convierte en un francotirador demente que liquida gente a diestra y siniestra, terminando su masacre en un autocine donde se estrena un film de Karloff, así que finalmente el viejo monstruo era el que desarmaba al demente americano standard. Toda una metáfora sobre la violencia de los Estados Unidos hacia 1968. La película, Targets (Míralos morir), es una obra maestra en la que Polly Platt no sólo se luce por su idea original, sino también por la brillante dirección de arte que sintetiza la estética de la época.
Sin dudas la carrera de Bogdanovich no hubiera sido igual sin el aporte permanente de Polly Platt, que le acercó un libro para que lo considerara para su próximo film: The Last Picture Show (La última película), basado en la novela de Larry McMurty, es considerado el mejor trabajo del director, que lamentablemente abandonó a su esposa y madre de sus dos hijos por la protagonista de la película, Cybill Shepherd. Polly trabajó en algunas películas posteriores de Bogdanovich, y su talento para plasmar épocas y lugares decadentes (como el pueblo texano de los años ’50 en La última película) se destacó muy especialmente en la brillante Paper Moon (Luna de papel).

Pero ya hacia fines de la década de 1970, Platt se propuso describir una época y una sociedad decadente ya no sólo desde la dirección de arte; y no sólo fue la guionista, sino también la productora asociada a una de las mejores películas de su tiempo, y probablemente una de las obras maestras de su director Louis Malle. Pretty Baby (Niña bonita) fue un film escandaloso por mostrar a Brooke Shields como una prostituta de 12 años, pero el guión de Platt era una radiografía implacable, irónica y a la vez emotiva de la sociedad sureña estadounidense. En el film también conoció a su tercer y último marido, el productor Tony Wade. Otro buen guión de Polly Platt es el de Say Anything (Digan lo que quieran), de Cameron Crowe.
En los ’80, Platt se asoció con el director y productor James L. Brooks y se convirtió en su directora de arte estable en películas como Broadcast News (Detrás de las noticias) y Terms of Endearment (La fuerza del cariño), por la que Polly fue nominada al Oscar.

En esa época Brooks estaba por producir televisión, y necesitaba algún pequeño cartoon de relleno para The Tracey Ullman Show. A Platt le gustó un comic del por entonces nada masivo Matt Groening, Life in Hell, y organizó una reunión con Brooks para convertir la historieta en dibujo animado. En su auto, camino a la reunión, Groening tuvo un par de ideas y modificó un poco el concepto de su comic, adaptándolo al de una familia tipo disfuncional. Lo llamaron The Simpson. El resto es historia.
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sábado, 28 de mayo de 2011

sábado, 21 de mayo de 2011

¡Indígnate!

por Stéphane Hessel

Después de 93 años, estoy cerca del final. El final para mí ya no está muy lejos. Pero todavía permítanme recordar a otros que actuaron basados en mi compromiso político. Fueron los años de resistencia a la ocupación nazi –y el programa de derechos sociales elaborado hace 66 años por el Consejo Nacional de la Resistencia.

Es a Jean Moulin [miembro asesinado del Consejo] a quien le debemos, como parte de este Consejo, la unidad de todos los elementos de la Francia ocupada –los movimientos, los partidos, los sindicatos– para proclamar su membresía en la Francia combatiente, y le debemos esto al único líder que lo reconoció, el general Charles de Gaulle. Desde Londres, donde me uní a de Gaulle en marzo de 1941, aprendí que este Consejo había completado un programa lo adoptó el 15 de marzo de 1944, que ofrece para la Francia liberada un grupo de principios y valores en los que descansaría la moderna democracia de nuestro país.

A estos principios y valores los necesitamos más que nunca. Hasta que no los veamos todos juntos nuestra sociedad no se volverá una de la que estemos orgullosos; no esta sociedad de inmigrantes sin papeles –expulsiones, sospechas respecto a los inmigrantes. No esta sociedad donde se cuestiona la seguridad social y los planes de pensiones y salud nacionales. No esta sociedad donde los medios masivos están en manos de los ricos. Son cosas en las que nos habríamos negado a ceder si fuésemos los herederos verdaderos del Consejo Nacional de la Resistencia.

Desde 1945, después de un horroroso drama [la 2ª Guerra], hubo una ambiciosa resurrección de la sociedad a la que se dedicó el mismo remanente del contingente del Consejo de la Resistencia. Recordémosles mientras creaban un programa de salud nacional y de pensiones tal como la Resistencia quería, como su programa estipulaba, “un plan completo de salud nacional y seguridad social, apuntado a asegurar a todos los ciudadanos y ciudadanas los medios de subsistencia cuando estén incapacitados para encontrar un trabajo; una jubilación que permita a los viejos trabajadores terminar sus días con dignidad.”

Las fuentes de energía, electricidad, gas, minas, los grandes bancos, fueron nacionalizados. Así fue como el programa recomendaba: “... el retorno a la nación de los monopolizados medios de producción, frutos del trabajo común, fuentes de energía, riqueza de las minas, de compañías de seguros y de los grandes bancos; la institución de una verdadera democracia económica y social involucra la salida de los grandes feudos económicos y financieros de la dirección de la economía.”

El interés general debe dominar sobre los intereses especiales. El hombre justo cree que la riqueza creada en la esfera del trabajo debe dominar sobre el poder del dinero.

La Resistencia propuso “una organización racional de la economía, asegurando la subordinación de los intereses especiales a los intereses generales y la emancipación de los ‘esclavos’ de la dictadura profesional que fue instituida en los estados fascistas”, que había usado como un agente el gobierno interino de la República [durante dos años después de la guerra].

Una verdadera democracia necesita una prensa independiente, y la Resistencia lo sabía, lo demandaba, defendiendo “la libertad de prensa, su honor y su independencia del Estado, el poder del dinero y la influencia extranjera.” Esto es lo que alivió las restricciones a la prensa desde 1944. Y la libertad de prensa está definitivamente en peligro hoy.

La Resistencia solicitó una “real posibilidad para que todos los niños y niñas franceses se beneficien de la más avanzada educación” sin discriminación. Las reformas ofrecidas en el 2008 van contra este plan. Jóvenes profesores y profesoras, cuyas acciones apoyo, llegaron al extremo de negarse a aplicarlas y vieron sus salarios reducidos como forma de castigo. Se indignaron, “desobedecieron”, juzgando esas reformas demasiado alejadas del ideal de una escuela democrática, muy al servicio de una sociedad de comercio y no del desarrollo de la mente inventiva o la crítica suficiente.

Todas las fundaciones de la conquista social de la Resistencia están amenazadas hoy.

El motivo de la Resistencia: Indignación

Alguno se atreverá a decirnos que el Estado ya no puede afrontar los gastos de estas medidas para ciudadanos. ¿Pero cómo puede existir hoy una falta de fondos para apoyar y extender estas conquistas si la producción de riqueza ha aumentado considerablemente desde el período de la Liberación, cuando Europa estaba en ruinas? Al contrario, el problema es el poder del dinero, tan opuesto a la Resistencia, y el gran hombre egoísta, con sus propios sirvientes en las altas esferas del Estado.

De nuevo, los bancos privatizados han probado estar más preocupados de sus dividendos y de los altos sueldos de sus líderes que del interés general. Esta disparidad entre los más pobres y los más ricos nunca había sido tan grande, ni tan incentivados el amasar fortunas y la competencia.

¡El motivo básico de la Resistencia fue la indignación!

Nosotros, los veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas de combate de la Francia Libre, llamamos a la generación joven a vivir y transmitir el legado de la Resistencia y sus ideales. Les decimos: Tomen nuestro lugar. ¡Indígnense!

Los líderes políticos, económicos e intelectuales y la sociedad no tienen que ceder ni permitir la opresión de una dictadura internacional real o de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia.

Deseo para todas las personas, para cada una, que tengan sus propios motivos de indignación. Es invaluable. Cuando alguien te atropella como eras atropellado por el nazismo, la gente se vuelve militante, fuerte y comprometida. Ellos se unen al momento histórico y los grandes momentos de la historia deben continuar gracias a cada individuo. Y este momento conduce a más justicia, más libertad, pero no a esa libertad ilimitada del zorro en el gallinero. Los derechos contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 son justamente eso, universales.

Si te encuentras con un desfavorecido, siente pena por él pero ayúdale a ganar sus derechos.

Dos visiones de la historia

Cuando trato de entender qué causó el fascismo, lo que hizo que tantos fueran dominados por Hitler y el régimen de Vichy, me digo a mí mismo que los propietarios, con sus egoísmos, estaban tremendamente asustados con la revolución bolchevique. Se les permitió liderar con sus miedos.

Pero si hoy, como entonces, una activa minoría se levanta, será suficiente; debemos ser la levadura que hace que el pan suba. Ciertamente, la experiencia de una persona muy vieja como yo, nacida en 1917, es diferente a la experiencia de la gente joven de hoy en día. Yo a menudo le pido a profesores la oportunidad de interactuar con sus estudiantes y les digo: No tienen las mismas obvias razones para comprometerse. Para nosotros resistir era no aceptar la ocupación alemana, vencer. Esto fue relativamente simple. Simple como lo que siguió a la descolonización. Entonces vino la guerra en Argelia.

Era necesario que Argelia fuese independiente, era obvio. En cuanto a Stalin, aplaudimos la victoria del Ejército Rojo contra los nazis en 1943. Pero ya sabíamos de las atrocidades stalinistas de 1935, e incluso si era necesario mantener los oídos abiertos hacia el comunismo para compensar el capitalismo estadounidense, la necesidad de oponernos a esta insoportable forma de totalitarismo se había establecido como una perogrullada. En mi larga vida presencié una sucesión de motivos para indignarme.

Estas razones nacieron menos de una emoción que de un compromiso deliberado. Como estudiante de una escuela normal [una escuela de magisterio] fui muy influenciado por Sartre, un compañero de estudios. La náusea [novela], El muro [drama] y El Ser y la Nada [ensayo] fueron muy importantes en el entrenamiento de mi pensamiento. Sartre nos enseñó: “Ustedes son responsables como individuos”. Ese fue un mensaje libertario. La responsabilidad de una persona no puede ser asignada por el poder o una autoridad. Al contrario, es necesario estar involucrado en el nombre de la responsabilidad de uno como ser humano.

Cuando entré en la Ècole Normale Superieure, en la calle Ulm en París en 1939, entré como un ferviente adherente del filósofo Hegel, y adherí al pensamiento de Maurice Merleau-Ponty. Su enseñanza explora la experiencia concreta, la del cuerpo y sus relaciones con los sentidos, una gran sensación singular enfrentada con una pluralidad de sensaciones. Pero mi optimismo natural que busca que todo lo deseable sea posible me llevó más bien a Hegel. El hegelismo interpreta la larga historia de la humanidad como poseedora de un significado: es la libertad del hombre progresando paso a paso. La historia se hace de sucesivos choques y de la toma en consideración de los desafíos. Al final de la historia de las sociedades y, por lo tanto, de los avances, el hombre ha alcanzado su plena libertad, tenemos en el estado democrático su forma ideal.

Otro entendimiento de la historia dice que el progreso está hecho de “libertad”, luchando por “siempre más”; como si viviésemos en un huracán devastador. Así es como se lo representaba a un amigo de mi padre el hombre que compartió conmigo el esfuerzo de traducir al alemán En busca del tiempo perdido de Marcel Proust.

Era el filósofo alemán Walter Benjamin. Había elaborado una visión pesimista de una pintura de Paul Klee, un pintor suizo, el Angelus Novus, donde la cara del ángel abre los brazos para contener y empujar una tempestad, que él identifica con el progreso. Para Benjamin, que se suicidaría en septiembre de 1940 para escapar del nazismo, el sentido de la historia es la progresiva dominación de un desastre tras otro.

Indiferencia: La peor de las actitudes

Es verdad que las razones para estar indignados pueden verse hoy menos claramente relacionadas o el mundo se ha vuelto demasiado complejo. ¿Quién está haciendo el ordenamiento, quién lo decide? No es siempre sencillo diferenciar entre todas las corrientes que nos gobiernan. No estamos lidiando con una pequeña elite cuyas actividades pueden ser fácilmente visibles. Este es un mundo vasto, en el cual tenemos una sensación de interdependencia. Vivimos en una interconectividad como nunca antes. Pero en este mundo todavía hay cosas intolerables. Para verlas es bueno y necesario mirar, buscar. Le digo a los jóvenes, busquen poco y eso es lo que van a encontrar. La peor de las actitudes es la indiferencia, decir “No puedo hacer nada contra eso. Ya me las arreglaré para salir adelante.” Por incluirte a ti mismo en esto, pierdes uno de los elementos que hacen al ser humano: la facultad de indignarse y el compromiso que es una consecuencia de lo primero.

Ellos y ellas [las personas jóvenes] pueden desde ya identificar dos grandes desafíos nuevos:

1. La gran brecha que existe entre los más pobres y los más ricos y que no cesa de crecer. Es una innovación de los siglos XX y XXI. Los más pobres en el mundo de hoy ganan apenas dos dólares al día. Las nuevas generaciones no pueden dejar que esta brecha se vuelva mayor. Los reportes oficiales por sí solos deberían provocar un compromiso.

2. Derechos humanos y estado del planeta: Tuve la oportunidad después de la Liberación de participar en la escritura de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948, en París, en el Palacio de Chaillot. Fue como secretario privado principal de Henry Laugier, el Secretario General adjunto de la ONU, y como secretario de la Comisión sobre Derechos Humanos que yo, junto a otros, participamos en la redacción de esta declaración. No sabría cómo olvidar el rol en su elaboración de René Cassin, quien fue comisionado nacional de justicia y educación en el gobierno de la Francia Libre en Londres en 1941 y ganó el Premio Nobel en 1968, ni el de Pierre Mendès-France en el Consejo Económico y Social, a quien le enviábamos los borradores que producíamos antes de ser considerados por el Tercer Comité (Social, Humanitario y Cultural) de la Asamblea General. Fue ratificado por los 54 estados miembros en sesión de las Naciones Unidas y yo lo certifiqué como secretario.

Es a René Cassin a quien le debemos el concepto de “derechos universales” en vez de “derechos internacionales”, como lo planteaban nuestros amigos estadounidenses y británicos. Esto [universal en vez de internacional] fue clave porque al final de la Segunda Guerra Mundial lo que estaba en juego era lo que iba a ser emancipado de las amenazas del totalitarismo que había pesado sobre la humanidad.

Para llegar a ser emancipado era necesario obtener de los estados miembros de la ONU una promesa de respetar estos derechos universales. Esto fue una forma de tratar de burlar el argumento de “soberanía total” que cada nación enfatiza mientras se dedica a provocar violaciones contra la humanidad en su propio suelo. Tal sería el caso de Hitler, quien se sentía con un poder supremo y autorizó a provocar un genocidio. Esta declaración universal le debe mucho a la repulsión universal hacia el nazismo, el fascismo y el totalitarismo –y le debe un montón, en nuestras mentes, al espíritu de la Resistencia.

Tenía la sensación de que era necesario moverse rápidamente para no ser engañados por la hipocresía que había en la composición de la ONU. Algunos que reclamaban que esos valores ya estaban ganados no tenían intención alguna de promoverlos fielmente –afirmaban que nosotros tratábamos de imponerles valores en la declaración.

No puedo resistirme al deseo de citar el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948): “Toda persona tiene el derecho a una nacionalidad.” El artículo 22 dice: “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.” Y si bien esta afirmación tiene un alcance declarativo y no legal, ha jugado un papel muy importante desde 1948. Esto llevó al pueblo colonizado a pelear por su independencia; esto sembró en sus mentes una batalla por la libertad.

Noto con satisfacción que en el curso de las últimas décadas ha habido un aumento en las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y en movimientos sociales como ATTAC (Asociación por una Tasa a las Transacciones financieras especulativas y la Acción Ciudadana) o como la FIDH (Federación Internacional de Derechos Humanos) y Amnistía Internacional que son activos y competitivos. Es obvio que para ser efectivos hoy es necesario actuar en red, usar todos los medios de comunicación modernos.

A la gente joven le digo: Miren alrededor, encontrarán temas que justifiquen su indignación –hechos acerca del tratamiento de inmigrantes, de inmigrantes “ilegales”, de gitanos. Encontrarán situaciones concretas que les llevan a fortalecer su acción ciudadana. ¡Busquen y encontrarán!

Mi indignación por lo que ocurre en Palestina

Hoy mi mayor indignación tiene que ver con Palestina, la Franja de Gaza y Cisjordania. Este conflicto es indignante. Es absolutamente esencial leer el reporte de Richard Goldstone, de septiembre del 2009, en Gaza, en que un juez sudafricano y judío que afirmaba aún ser un sionista, acusó al ejército israelí de haber cometido “actos comparables a crímenes de guerra y quizás en determinadas circunstancias, crímenes contra la humanidad” durante su “Operación Plomo Fundido” que duró tres semanas.

Volví a Gaza en 2009, cuando pude entrar con mi esposa gracias a nuestros pasaportes diplomáticos, para estudiar de primera mano lo que el reporte decía. La gente que nos acompañaba no fue autorizada a entrar en la Franja. Ni allí ni en Cisjordania. También visitamos el refugio de palestinos establecido por la UNRWA desde 1948, donde más de 3 millones de palestinos fueron expulsados desde sus tierras en Israel, esperando todavía un cada vez más problemático retorno.

En cuanto a Gaza, es como una cárcel sin techo para un millón y medio de palestinos. Una prisión donde la gente se organiza para sobrevivir. A pesar de la destrucción material, como la del Hospital de la Media Luna Roja por la Operación Plomo Fundido, está el comportamiento de sus habitantes, su patriotismo, su amor por el mar y las playas, su constante preocupación por el bienestar de sus niños, innumerables y alegres, que permanecen en mi memoria. Estábamos impresionados de cuán ingeniosamente enfrentaban todas las carencias que les han sido impuestas. Les vimos hacer ladrillos, por falta de cemento, para reconstruir las miles de casas destruidas por los tanques. Ellos nos confirmaron que en el campo palestino hubo 1.400 muertos –incluyendo mujeres, niños y ancianos– durante esta “Operación Plomo Fundido” llevada a cabo por el ejército israelí, comparados con tan solo 50 heridos en el lado israelí. Comparto las conclusiones del juez sudafricano. Que estos judíos puedan, ellos mismos, perpetrar crímenes de guerra es insoportable. Ay, la historia no nos da ejemplos suficientes de gente que extrae lecciones desde su propia historia.

¿Terrorismo o exasperación?

Sé que a Hamas [partido de los luchadores de la libertad palestinos], que ha ganado las últimas elecciones legislativas, puede no ayudarlos que cohetes sean lanzados sobre ciudades israelíes en respuesta a la situación de aislamiento y bloqueo en que viven los gazanos. Pienso naturalmente que el terrorismo es inaceptable; pero es necesario admitir (desde la experiencia en Francia) que cuando el pueblo está ocupado por fuerzas inmensamente superiores a ellos mismos, la reacción popular no puede ser totalmente pacífica.

¿Le es útil a Hamas lanzar cohetes hacia Sdérot [pueblo israelí al otro lado de la frontera con la franja de Gaza]?

La respuesta es no. Esto no sirve a sus propósitos pero ello puede explicar esto como una muestra de la exasperación de los gazanos. Bajo la noción de exasperación es necesario entender la violencia como la lamentable conclusión de situaciones inaceptables a las cuales han sido sometidos.

Por lo tanto, ellos pueden llamarlo, terrorismo como una forma de exasperación. Y este llamado “terrorismo” es un nombre inapropiado. Uno no debería tener que recurrir a esta exasperación, pero hay que tener esperanza. La exasperación es una negación de la esperanza. Es comprensible, diría casi natural, pero aún es inaceptable. Porque esto no permite adquirir resultados que la esperanza posiblemente puede eventualmente producir.

No violencia: El camino que debemos aprender a seguir

Estoy persuadido de que el futuro le pertenece a los no violentos, de la reconciliación de diferentes culturas. Es por esta vía que la humanidad entrará a su siguiente etapa. Pero estoy de acuerdo con Sartre: no podemos excusar a los terroristas que lanzan bombas, pero podemos entenderlos. Sartre escribió en 1947: “Reconozco que la violencia en cualquier forma que pueda manifestarse es un revés. Pero es un revés inevitable porque estamos en un mundo de violencia. Y si bien es cierto que el riesgo de recurrir a la violencia es permanente, es también cierto que es el medio seguro para hacerla detenerse.”

A esto añadiría que la no-violencia es una segura forma de hacer que la violencia se detenga. Uno no puede tolerar el terrorismo, usando a Sartre o en el nombre de este principio, durante la guerra de Argelia ni durante los juegos olímpicos de Munich en 1972, en el intento de asesinato contra los atletas israelíes. El terrorismo no es productivo y Sartre mismo se preguntaría al final de su vida sobre el sentido de la violencia y dudaría de su razón de ser.

Sin embargo, proclamar “la violencia no es efectiva” es más importante que saber si uno debe condenar o no a quienes se dedican a esto. El terrorismo no es efectivo. En la noción de la efectividad, una esperanza no sangrienta es necesaria. Si hay una esperanza violenta, está en el poema de Guillaume Appollinaire “la esperanza es violenta” y no en la política.

Sartre, en marzo de 1980, a tres semanas de su muerte, declaró: “Es necesario tratar de explicar por qué el mundo de hoy, que es horrible, es sólo un instante en un largo desarrollo histórico, que la esperanza siempre ha sido una de las fuerzas dominantes en revoluciones e insurrecciones y cómo todavía siento esperanza como mi concepción de futuro.”

Es necesario entender que la violencia se opone a la esperanza. Es necesario preferir la esperanza, esperanza por sobre la violencia. La no-violencia es el camino que debemos aprender a seguir. También los opresores.

Es necesario llegar a negociaciones para quitar la opresión; esto es lo que permitirá no tener más violencia terrorista. Por lo tanto no debemos permitir que se acumule demasiado odio.

El mensaje de Mandela y Martin Luther King encuentra toda su pertinencia en el mundo que ha superado la confrontación de ideología [p.e. nazismo] y el totalitarismo conquistador [p.e. Hitler]. Esto es también un mensaje de esperanza en la capacidad de las sociedades modernas de sobreponerse a conflictos por medio del mutuo entendimiento y una paciente vigilancia. Para alcanzar este punto es necesario basarse en derechos, en vez de violaciones, quien sea el autor, debe causar nuestra indignación. No hay que transar estos derechos.

Por una insurrección pacífica

He apreciado, y no soy el único, la reacción del gobierno israelí cuando por la forma en que cada viernes los ciudadanos de Bil’in protestaban sin usar piedras ni la fuerza hasta el muro de separación. Las autoridades israelíes calificaron esto como un “terrorismo no sangriento”. Esto es algo bueno... Es necesario ser israelí para calificar la no violencia como terrorista. Es especialmente necesario para ser incómodos [como le resultaba a los israelíes] por la eficacia de la no-violencia, que se encuentra para provocar apoyo, entendimiento –el apoyo de todas las personas que en el mundo son adversarias de la opresión.

El pensamiento productivista, impulsado por Occidente condujo al mundo a una crisis de la que debe salir a través de una radical ruptura con el concepto de “crecer” no solo en el campo financiero sino también en el dominio de las ciencias y la tecnología. Ya es el momento de que prevalezcan las preocupaciones acerca de la ética, la justicia y el equilibrio duradero (económico y medio ambiental). Porque son los riesgos más serios que nos amenazan. Ellos pueden poner fin a la aventura humana en el planeta, que puede llegar a ser inhabitable para los humanos.

Pero sigue siendo cierto que el progreso más importante fue hecho después de 1948 [año de la fundación de la ONU y la declaración de los Derechos Humanos]: descolonización, el fin del apartheid, la destrucción del imperio soviético, la caída del muro de Berlín. Por otro lado, los diez primeros años del siglo XXI fueron un periodo de degeneración. Esta degeneración es explicada en parte por la presidencia de George Bush, los eventos del 11 de septiembre y desastrosas consecuencias que involucran a los Estados Unidos, tales como la intervención militar en Iraq.

Tenemos esta crisis económica, pero todavía no iniciamos una nueva política de desarrollo. Del mismo modo, la cumbre de Copenhagen contra el cambio climático no produjo una política real para la preservación del planeta.

Estamos en el umbral entre el terror de la primera década y las posibilidades de las décadas que siguen. Pero es necesario tener esperanza, es siempre necesario. La década anterior, la de los noventa, ha sido un tiempo de gran progreso. Las Naciones Unidas tuvieron la sabiduría de llamar a conferencias como la de Río sobre medio ambiente, en 1992, y la de Beijing sobre la mujer en 1995. En Septiembre del 2000, por iniciativa del secretario general de la ONU, Kofi Annan, los 191 miembros adoptaron una declaración con “8 objetivos del milenio para el desarrollo” de la que notablemente prometieron reducir la pobreza en el mundo a la mitad para el 2015.

Mi pesar está en que ni Obama ni la UE se han comprometido a lo que debiera ser su aporte por una fase constructiva, basada en valores fundamentales.

Conclusión

¿Cómo concluir este llamado a la indignación? Diciendo todavía lo que, en ocasión del sexagésimo aniversario del programa del Consejo Nacional de la Resistencia dijimos el 8 de Marzo del 2004 –somos veteranos de los movimientos de resistencia y fuerzas de combate de la Francia Libre (1940-1945)– que ciertamente “El nazismo fue derrotado, gracias al sacrificio de nuestros hermanos y hermanas de la Resistencia y a las Naciones Unidas contra la barbarie fascista. Pero esta amenaza no ha desaparecido y nuestra ira contra la injusticia sigue intacta”. No, esta amenaza no ha desaparecido por completo. Convoquemos una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no propongan como horizonte para nuestra juventud otras cosas que no sean el consumo en masa, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición excesiva de todos contra todos.

A todas las personas que harán el siglo XXI, les decimos con afecto:

CREAR ES RESISTIR; RESISTIR ES CREAR.

Altri tempi

sábado, 30 de abril de 2011

Temor

Temo demasiado a los profesores para quienes el arte es sólo un derivado de las corrientes filosóficas y teóricas. La novela conoce el inconsciente antes que Freud, la lucha de clases antes que Marx, practica la fenomenología (la búsqueda de la esencia de las situaciones humanas) antes que los fenomenólogos. ¡Qué fabulosas "descripciones fenomenológicas" las de Proust, quien no conoció a fenomenólogo alguno!

-Milan Kundera, El arte de la novela


(Encontrado en Neorrabioso)

viernes, 29 de abril de 2011

Así nos pasamos el día nosotros

Un post de Pulps nos recuerda la existencia de este extraordinario cortometraje uruguayo, realizado en torno al artista Javier Gil, de quien se incluyen algunas obras (con efectos animados). Éste es un tipo de cine que defendemos a rajatabla: originado en el puro deseo, poético sin ser complaciente, concebido y filmado por afuera de componendas y fondos domesticadores. O sea, libre y original.

jueves, 28 de abril de 2011

Matando al indio

A decir verdad, nunca fuimos muy devotos de M. Night Shyamalan, ni siquiera cuando las manadas babeaban ante su primera jugarreta (Sexto sentido). Tampoco fuimos detractores cerrados, porque a pesar de las chotadas que empezó a hacer a partir de su cuarta y quinta película (La aldea, La dama en el agua), habíamos encontrado valores ciertos en la segunda (El protegido) y, en menor medida, en la tercera (Señales). No vimos El fin de los tiempos ni, mucho menos, la salvajemente insultada El último maestro del aire. Pero es llamativo el modo en que la sociedad bloguera y los comentaristas internéticos se han ensañado con el tipo hasta convertirlo en un sinónimo de Basura y en un chiste de la peor calaña, algo que, al parecer, ha permeado también al público general y ha contaminado todo lo que toca. Lo hemos visto ir de entrevista en entrevista lloriqueando como un flojo, y por cierto nos parece un pelotudo importante. Sin embargo, y a pesar de que es muy divertido, no tenemos claro si se justifica el sadismo burlesco que destila un video que circula desde hace un tiempo y que lo toma de punto. Sin contemplaciones.


El paroxismo de esta corriente anti-M. se encuentra en el portal M. Night School, dedicado a recaudar fondos para financiar el regreso a la universidad del implicado. Los responsables se manifiestan hartos “de sus vueltas de tuerca, sus diálogos repetitivos y su comercializada imagen de auteur”, y afirman que una vez recaudado el dinero se lo donarán en persona y filmarán el acontecimiento. En caso de que lo rechace, crearán una beca con su nombre.

Muy bueno, jajaja. Ahora esperamos una reacción similar contra tanto aparato con patente de geniecillo, llámese Sofia Coppola, Alejandro Amenábar o Darren Aronofsky (nos importa una mierda la fanfarria oscareta: Cisne negro apesta).

miércoles, 27 de abril de 2011

Notas al pie dentro de notas al pie

Disculpen, queremos volver sobre David Foster Wallace.

En un mes particularmente activo para su memoria (la edición de su inconclusa The Pale King, una conmovedora entrevista a su viuda, innumerables revisiones de su obra), su amigo, el también escritor Jonathan Franzen, publicó en The New Yorker un extensísimo artículo que hasta hace unos días estuvo disponible en su totalidad.

Éste es un pasaje:

Estaba enfermo, desde luego y, de alguna manera la historia de nuestra amistad es que yo quería a una persona mentalmente perturbada. Esa persona acabó suicidándose de modo premeditado para inflingir el mayor dolor posible en aquellos a los que más quería, dejándonos furiosos y traicionados. Traicionados no sólo por la pérdida de una inversión emocional sino por la manera en que ese suicidio nos quitó a la persona amada para convertirla en leyenda. Gente que nunca leyó sus relatos, que jamás oyó hablar de él, había leído su discurso en Kenyon College y lamentó la pérdida de un alma grande y gentil. La clase dirigente literaria que jamás seleccionó ninguno de sus libros para el premio nacional se unía para declararle tesoro nacional. Era un tesoro nacional, por supuesto y, como escritor, no le “pertenece” a sus lectores menos de lo que me pertenece a mí. Pero cuando sabes que su carácter era mucho más complicado y equívoco de lo que la gente se cree, y también sabes que era mucho más adorable –más divertido, payaso y frágil, más decididamente en guerra con sus propios demonios, más perdido, más infantil en sus mentiras e inconsistencias– que ese beatífico y clarividente artista-santo que han hecho de él, es mucho más duro no sentirse herido por la parte suya que prefirió la adulación de extraños por encima del amor de aquellos más cercanos a él.

Quienes menos lo conocieron son los más proclives a hablar de él en términos de santidad. Esto es esencialmente extraño dada la ausencia casi absoluta, en su ficción, de amor común y corriente. Las relaciones de amor profundo, que para casi todos nosotros son una fuente fundamental de sentido, no tenían lugar en el universo ficcional de Wallace. En su lugar, tenemos personajes que ocultan sus frías obsesiones de quienes los aman; personajes que planifican la apariencia del amor o que se convencen a sí mismos de que aquello que parece amor no es más que un velado egoísmo. O, como mucho, personajes que dedican un amor abstracto o espiritual hacia alguien profundamente repulsivo, como el cerebro chorreante que es la esposa de La broma infinita o el psicópata de la última Entrevista con hombres repulsivos. La narrativa de David está poblada por fraudes, manipuladores y autistas emocionales y, sin embargo, la gente que sólo le conoció de manera superficial o formal tiende a tomarse su extrema consideración y su sabiduría moral de manera absoluta.

Algo curioso sobre la narrativa de David es lo reconocidos e identificados, lo amados que se sentían sus más devotos seguidores al leerlo. Si es verdad que cada uno de nosotros está atrapado en su propia isla existencial –y creo que es bastante correcto afirmar que sus lectores más sensibles han sido aquellos familiarizados con los efectos social y espiritualmente aislantes de la adicción, la obsesión o la depresión– todos esperábamos agradecidos cada nueva entrega de aquella isla lejana que era David. En cuanto al contenido, él siempre nos dio lo peor de sí mismo: desplegó, con una intensidad de autoanálisis comparable a la de Kafka, Kierkegaard o Dostoyevsky, los extremos de su propio narcisismo, misoginia, compulsión, autoengaño, moralismo y teologización deshumanizantes, sus dudas en torno a la existencia del amor y su atolladero autoconsciente de notas al pie-dentro-de-notas al pie. En cuanto a la forma y la intención, sin embargo, este mero catálogo de desesperación acerca de su verdadera bondad ha sido recibido por el lector como el regalo de su bondad genuina: sentimos el amor en el acto de su escritura, y le amamos por eso.

(Encontrado en La Petite Claudine. Traducción corregida.)

martes, 26 de abril de 2011

La universidad perdona un momento de locura

Idea para un argumento novelesco: respetado profesor de una importante universidad estadounidense se suicida en circunstancias misteriosas. Alumnos sospechan que el profesor había caído en desgracia y las autoridades pensaban despedirlo. Piden explicaciones pero chocan contra un total hermetismo. La literatura ya profetizó casos similares, aunque a partir de ahora habrá un antecedente concreto. La corrección política cobra su primera muerte.

sábado, 23 de abril de 2011

El habla popular


Dos de Pasolini










Al muchacho Codignola


Querido muchacho, sí, claro, encontrémonos,

pero no esperes nada de este encuentro.

Si acaso, una nueva desilusión, un nuevo

vacío: de aquellos que hacen bien

a la dignidad narcisista, como un dolor.

A los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.

Frustrados, el de cuarenta y el de diecisiete

pueden, claro, encontrarse, balbuceando

ideas convergentes, sobre problemas

entre los que se abren dos décadas, toda una vida,

y que, sin embargo, aparentemente son los mismos.

Hasta que una palabra, salida de las gargantas inseguras,

aridecida de llanto y deseo de estar solos,

revela su irremediable diferencia.

Y, además, tendré que hacer de poeta

padre, y entonces me replegaré sobre la ironía,

que te incomodará: al ser el de cuarenta

más alegre y joven que el de diecisiete,

él, ya dueño de la vida.

Más allá de esta apariencia, de este aspecto,

no tengo nada que decirte.

Soy avaro, lo poco que poseo

me lo guardo apretado en el corazón diabólico.

Y los dos palmos de piel entre pómulo y mentón,

bajo la boca torcida a furia de sonrisas

de timidez, y los ojos que han perdido

su dulzura, como un higo agrio,

te parecerían el retrato

precisamente de esa madurez que te hace daño,

madurez no fraterna. ¿De qué puede servirte

un coetáneo, simplemente entristecido

en la delgadez que le devora la carne?

Cuanto ha dado ya lo ha dado, el resto

es árida piedad.


Análisis tardío


Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa;

que todo aquello que toco ya lo he tocado;

que soy prisionero de un interés indecente;

que cada convalecencia es una recaída;

que las aguas están estancadas y todo tiene sabor a viejo;

que también el humorismo forma parte del bloque inamovible;

que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo;

que no intento todavía reconocer quién soy;

que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre;

que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias;

que no saldré nunca de aquí por más que sonría;

que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia enjaulada;

que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola;

que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre y por lo tanto pura;

que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.

viernes, 22 de abril de 2011

Irse de acá

Una recopilación de viajes célebres de la historia en un mapa interactivo. Están, entre otros, La vuelta al mundo en 80 días, los vuelos de Charles Lindbergh y Amelia Earhart, la circunvalación de Magallanes, el periplo de Jack Kerouac para On the Road, el trayecto del Transiberiano, el viaje de Colón y el del "Pequod" en Moby Dick, las rutas de Marco Polo por el Asia y de Pizarro en Perú. Ideal para irse de acá, aunque sea en la imaginación.

jueves, 21 de abril de 2011

El racismo invertido

El discurso de la victimización es hoy casi el discurso dominante. Se puede ser víctima del medio ambiente, del cigarrillo, del acoso sexual. Encuentro algo triste esta reducción del sujeto a víctima: funciona aquí una noción extremadamente narcisista de la personalidad, y que es, de hecho, intolerante, en la medida en que implica que no podemos ya tolerar los encuentros con los otros... y esos encuentros siempre son violentos.

Detengámonos por un instante en el acoso sexual. Me opongo, por supuesto, a él, pero seamos francos. Imaginemos que sufro un impulso pasional, me he enamorado de otro ser humano, y declaro mi amor, mi pasión, por él o ella. Siempre hay en esto algo perturbador, violento. Puede parecer una broma, pero no hay nada de eso: no se puede emprender un juego de seducción erótica de un modo políticamente correcto. Hay un momento de violencia; cuando se dice: “Te quiero, te amo”. De ningún modo es posible eludir este aspecto violento. Creo que este temor al acoso sexual incluye este aspecto, el temor de un encuentro demasiado abierto, demasiado violento, con otro ser humano.

Otra cosa que me molesta en el multiculturalismo es cuando me preguntan: “¿Cómo puede estar tan seguro de no ser un racista?” Mi respuesta es que hay una sola forma: cuando se puede intercambiar insultos, bromas brutales, chistes sucios, con un miembro de una raza diferente, y ambos sabemos que no hay detrás una intención racista. Si, por el contrario, jugamos al juego políticamente correcto, “Oh, cómo te respeto, qué interesantes son tus costumbres...”, eso es racismo invertido, y es repugnante.
Slavoj Žižek

Todo tiene que ver con todo

Hablando de talibanes, fundamentalistas e intolerantes, el próximo festival de Cannes recordará que Jafar Panahi sigue en la cárcel.

martes, 19 de abril de 2011

Cinefilia escrita

El Nº 2 de la excelente revista Detour trae una reflexión de Mónica Jordan acerca de la escritura sobre cine, en las antípodas de tanto discurso cagatinta de aquí, de allá y de todas partes. El comienzo:
No creo en la semiótica cinematográfica ni tampoco en que el cine tenga o sea un “lenguaje”, y me irrita la subyugación a la que se le somete cuando se usan términos que son pertenecientes al estudio de otras artes. No creo que la crítica de cine pueda ser objetiva, ni siquiera cuando presume de ser periodística. Ya que estoy, no creo que sea un género periodístico sino mayormente literario, y, como tal, prefiero un texto bien escrito que uno que se olvida de las formas y la creatividad porque presume de llegar-al-público-al-usar-lenguaje-coloquial…, quizás se deba a que no olvido que el coloquialismo y el alcance no están reñidos con las bondades de una buena redacción. Me incomoda no detectar rasgos humanos tras las palabras que leo, como detesto el exceso de ombliguismo y la sobreutilización del “yo” cuando esconde falta de discurso, aunque tampoco me asusta evidenciar mi subjetividad para dejar ver quién soy. No aguanto las perífrasis que se creen poesía, pero tampoco el raquitismo que se cree veraz. Entiendo la necesidad de tener un discurso global que aplicar a los escritos, pero odio que sea tan evidente que cualquier filme sea usado como excusa instrumental para crear política. No creo que el cine sea un arte menor, como tampoco concibo que hayan películas menores, solo existe la no-conexión entre espectador y filme. Aún no sé si adoro a Zack Snyder o le detesto, y sé que me aburren sus películas como me pueden aburrir las de Kiarostami, pero hace tiempo que dejé de permitirme medir el cine por el aburrimiento o entretenimiento generado. Creo que la escritura cinematográfica debe ir dando paso a la expresión audiovisual para reflexionar del cine, aunque ese proceso me asusta y me parece lejano en el tiempo. Escribo porque sólo así acabo entendiendo qué me ha quedado de una película, y porque en el proceso descubro interpretaciones, pistas o conexiones que de otra forma no hallaría. Escribo para entender, busco entender para disfrutar, quiero disfrutar para transmitir…

lunes, 18 de abril de 2011

Wilderiana

Algunas observaciones de Billy Wilder, recopiladas en una vieja edición de La Vanguardia:

PROFESIONAL: “No me paso años sentado sobre mi trasero tratando de encontrar la gran significación filosófica de tal o cual película mía. Soy un profesional. Hago películas, como otros en Detroit hacen coches”

ITALIANOS, ALEMANES: “Los italianos son sonrientes, abiertos, calurosos, aunque algunos sean corruptos. Los alemanes, a los que tengo afecto (pasé algunos años en su país), son más tiesos, les sale el paso de la oca más natural”

IDEAS: “El noventa por ciento de lo que se escribe cuando preparas una película termina en la papelera. Cualquier mujer de la limpieza inteligente podría hacerse rica haciéndose con una buena papelera”

NAZIS: “Recuerdo, de aquel año de 1933, la imagen del ascensorista del edificio de la productora Ufa, que, de un día para otro, se convirtió de un hombre insignificante en un hombre uniformado. Esa transformación, que sucedía masivamente, era lo más horripilante: ver cómo las personas podían transformarse de golpe. El vigilante del garaje que me cuidaba el coche andaba por ahí, también de pronto, llevando un brazalete con la cruz gamada. Después de 1945, cuando volví a Alemania, percibí una transformación igualmente súbita: de pronto, no había sido nadie, al contrario: cada alemán había escondido a dos judíos. Por lo menos, a dos”

TÍTULOS: Al saber que Double Indemnity (Pacto de sangre), se titulaba Mujer sin conciencia en Alemania: “Un título idiota. Se refiere, más o menos, a mil seiscientos millones de mujeres”

LÍOS AMOROSOS: “Nunca tuve ningún lío con una protagonista de mis películas, no porque no pudiera imaginarme engañar a mi mujer, sino porque no quería engañar a mi película”

WALTER MATTHAU: “Le encanta Mozart. Beethoven para él ya es heavy metal”

COLABORADORES: “No es cierto que todos mis colaboradores forzosamente acaben dándose a la bebida. Algunos también se suicidan”

FRACASO: “Tampoco Lubitsch hizo sólo obras maestras. Muéstreme a un hombre que nunca haya conocido el fracaso y yo le mostraré un mediocre, porque juega sobre seguro. Es como uno de esos jugadorcillos de ruleta que apuestan una miserable ficha al rojo o al negro”

domingo, 17 de abril de 2011

El papa fugitivo

EUSEBIO VAL | La Vanguardia

Entre Dios y el psicoanálisis. Un papa recién elegido, enfermo de depresión y que huye al sentirse incapaz de ocupar el cargo. Una curia perpleja. La película tendría todos los ingredientes para ser un panfleto irreverente. Pero estamos en la papista Italia, al fin y al cabo, con un director sensible como Nanni Moretti que ha logrado un retrato muy humano, hasta tierno, de su pontífice imaginario y de los entresijos vaticanos, a base de humor, guiños irónicos y lecturas sugerentes para creyentes y agnósticos.

Habemus Papam, que se presenta al festival de Cannes, se estrenó el viernes en 500 cines italianos tras una intensa campaña publicitaria en la RAI, que ha colaborado en la producción. El momento no podía ser más oportuno, en vísperas de la Semana Santa y ante la próxima beatificación de Juan Pablo II, el primero de mayo en Roma, un acontecimiento de impacto global que volverá a colocar a la Iglesia católica bajo el foco de atención.

El filme arranca con imágenes reales de los funerales de Karol Wojtyla y aquellas masas de fieles venerando al carismático papa polaco. Es entonces cuando se pasa a la ficción. El cónclave se reúne en la Capilla Sixtina –en realidad es una reconstrucción hecha en Cinecittà– y se produce la primera ruptura con el tópico. No hay cardenales ambiciosos, ávidos de poder y dispuestos a todo por ser investidos como el sucesor de Pedro, sino todo lo contrario. En el cónclave domina el miedo y la angustia. Todos rezan para que no les caiga la responsabilidad. Al final escogen al cardenal Melville (Michel Piccoli, de 85 años, que borda su papel). Cuando se anuncia su nombramiento, en el balcón de la basílica de San Pedro, con la frase latina ritual “Habemus Papam”, a Melville le da un ataque de pánico.

A partir de ahí se desarrollan una serie de episodios insólitos en un Vaticano que se enfrenta a una emergencia sin precedentes. Desesperados, los cardenales contratan los servicios de un prestigioso psicoterapeuta ateo (Nanni Moretti), con la esperanza de hacer recapacitar al nuevo papa. El facultativo, prácticamente secuestrado entre los muros vaticanos, tiene las manos atadas porque no le dejan psicoanalizar a fondo al ilustre paciente, por miedo a que afloren hechos inconfesables y comprometidos.

“El concepto de alma y de subconsciente no pueden coexistir”, advierte un purpurado. El psicoterapeuta consigue llevarse a Melville, camuflado de civil, en un coche, a la consulta romana de una colega, su ex mujer, quien, desconocedora de la identidad real del enfermo, lo trata como a un hombre normal. El papa electo aprovecha luego para huir. Son esas unas escenas deliciosas de un Melville desorientado, que muestra el lado humano que tiene cualquier persona, aun en las posiciones más poderosas. Viaja en autobús, se presenta en un hotel para pasar la noche y se encuentra que está alojada toda una compañía de teatro, que fue su pasión juvenil.

El papa fugitivo entra en un bar y pide a una chica que le preste su teléfono móvil. En otros momentos desayuna un cruasán, vaga por las calles. En el Vaticano, el núcleo dirigente hace creer al resto que el papa está en su habitación y que mejora. Para ello han obligado a un guardia suizo a dormir en los aposentos papales, comer las viandas que le sirven y mostrar su sombra tras las cortinas. Los cardenales, mientras, amenizan la espera con partidas de naipes y con un grotesco campeonato de voleibol que organiza el psicoterapeuta.

Al igual que Melville, también de los cardenales emerge un lado humano, infantil. Unos se pelean por ganar a las cartas. Otro hace puzzles en su habitación. Unos purpurados australianos sólo tienen interés por hacer turismo por Roma y disfrutar de los cafés.

Cuando Melville retorna al Vaticano y acepta el cargo, parece que todo ha sido una pesadilla. Pero en sus palabras a la multitud, Melville confiesa que no se considera idóneo y renuncia.

Habemus Papam es una alegoría de la dificultad de asumir el poder y un retrato casi cariñoso de la gerontocracia eclesiástica. El Vaticano quiso quedar al margen. Su “ministro” de Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi, fue informado del proyecto aunque prefirió no intervenir. Las que aparecen como estancias pontificias son otros suntuosos palacios romanos. El Vaticano no podía ser un set cinematográfico. Ni con la suave mirada de Moretti.

sábado, 16 de abril de 2011

Biblioteca universal

De un artículo de Peter Singer, profesor de Bioética en la Universidad de Princeton, contra el abusivo copyright:

“Si podemos poner un hombre en la luna y secuenciar el genoma humano, deberíamos ser capaces de diseñar algo parecido a una biblioteca pública digital universal. En ese punto, enfrentaremos otro imperativo moral, que será incluso más difícil de realizar: expandir el acceso a Internet más allá de menos del 30% de la población mundial que hoy lo tiene.”

viernes, 15 de abril de 2011

Más de lo que nos permiten ser

En el blog Transmutación rescatan una entrevista que Carlos María Domínguez le hizo a Mario Levrero en 1988. Un pasaje:

“Me cuesta mucho separar lo que sería el im­pulso religioso, metafísico, del impulso erótico. Parten de un mismo centro y justamente son mis dos preocupaciones e intereses constantes. A través de las experiencias parapsicológicas, las más auténticas, y a través del erotismo y del sexo, he tenido esa percepción de una mayor dimensión del ser, y es lo que necesito casi como el oxígeno. Necesito aunque sea fugazmente esa trascendencia, ese sentirse más de lo que uno se percibe habitualmente, más de lo que uno se permite o de lo que nos permiten ser.”

SSwing







Al nazismo no le gustaba el jazz. Benny Goodman, era "el judío del swing" y las radios tenían prohibida su difusión. Tampoco estaba permitido sintonizar radios extranjeras y las penas por tamaño delito iban de los 5 a los 10 años de cárcel. Pero a los alemanes, como a todo el mundo en los 40, el jazz no sólo les gustaba sino que eran capaces de desafiar la prisión con tal de escuchar los programas de la BBC, donde las noticias se alternaban con bandas de swing. Entonces Goebbels, el Ministro de Propaganda, tuvo una idea: hacer programas en inglés que reprodujeran ese modelo. El más exitoso de esos programas fue "Alemania llamando". Lo conducía William Joyce, un estadounidense hijo de irlandeses, miembro de la Unión Británica de Fascistas, luego fundador de la Liga Nacional Socialista de Inglaterra y, obviamente, emigrado a Alemania en 1939, cuando se enteró de que lo arrestarían. Y la música la proveía una banda especialmente formada para tal fin: Charlie y su orquesta. Los arreglos musicales eran de Lutz Templin y reproducían, en gran medida, los estilos de Tommy Dorsey y Glenn Miller. Y el cantante, que daba nombre al grupo, era Karl "Charlie" Schwedler. El escribía, también, las letras de las segundas estrofas en los éxitos que se interpretaban. Estos –"Stormy Weather", "After You've Gone", "Bye Bye Blackbird" empezaban bien. Pero, en la repetición de la estrofa iban mezclados mensajes acerca del judaísmo de los amigos de Churchill, insultos a Roosevelt e invocaciones a lo bella que sería Europa sin guerra y con los alemanes volando libremente por los cielos de Londres. Una encuesta de la BBC a fines de la década de 1940 reveló que un 26 % de los oyentes ingleses habían escuchado regularmente ese programa. Pero la razón del éxito parece no haber sido la música (los ingleses tenían opciones bastante mejores, empezando por el violinista Stéphane Grappelli, que había huido de la Francia ocupada) sino el hecho de que el programa pasaba los mensajes a sus familiares de los prisioneros británicos. Para aquellos interesados en escuchar a la orquesta de Charlie, puede hacérselo aquí (si Jarrett nos perdona el uso de Youtube).

-Diego Fischerman

jueves, 14 de abril de 2011

Transparente

La editorial española Periférica ha editado Dos mujeres, del amigo Elvio E. Gandolfo, compuesto por dos de sus más recordados relatos, “Rete Carótida” y “Escamas, piel”. El suplemento Cultura|s del diario barcelonés La Vanguardia publicó ayer una reseña firmada por uno de sus críticos estrella, J. A. Masoliver Ródenas, que reproducimos a continuación con la advertencia de que el reseñista será muy estrella pero revela la esencia de los argumentos y abusa de algunos términos (“rutina” y derivados, “misterio”, “cotidiano”). De todas formas, bien por E.E.G. Ya era hora de que lo conocieran fuera de este culo del mundo.

•••

El éxtasis oscuro

Nacido en Mendoza (Argentina) en 1947, pero crecido en Rosario, Elvio E. Gandolfo es, sobre todo, un maestro de la novela corta y del relato. Dentro de la mejor tradición de la literatura del Cono Sur, en su escritura asistimos con frecuencia a una alteración de la anodina vida cotidiana que puede llevar a la alucinación y a la locura, pero que en el rosarino no llega a ser una revelación, porque el misterio de las relaciones humanas –entre el hombre y la mujer– no lleva a la luz sino a la oscuridad. Los personajes despiertan de una especie de resaca que les devuelve a la realidad cotidiana, pero tras haber experimentado, dolorosamente, el conocimiento. Experiencia de una inquietud, de algo que atrae y al mismo tiempo repele, que conduce al rechazo de una extraña y amenazadora atracción o a la plenitud del encuentro amoroso, todavía más peligrosa. El lector asiste al proceso que va sumiendo al protagonista en el desconcierto, pero también a la inquietante falta de respuesta final, a un vacío que acaba por ser la esencia del relato. Que lo es, desde luego, en Dos mujeres, dos textos que se oponen y al mismo tiempo se complementar. En “Rete Carótida” hasta el nombre del personaje femenino se sale de la normalidad. Cuando el narrador se la encuentra, no sabe si por casualidad, “yo hacía varios meses que andaba solo, un poco taciturno, con costumbres sencillas como cumplir metódicamente con el trabajo, tener la sensibilidad reducida a cero”, hasta que de pronto aparece Rete Carótida, una boteriana mujer de casi ciento treinta kilos, un “esperpento carnavalesco”, un “mastodonte rubicolor”, es decir, un personaje grotesco que le acosará y se convertirá en una obsesión, mientras que, de modo ahora también extraño e inquietante, desea a Ana y al mismo tiempo la evita. Este amor verdadero, que no deja de parecer convencional, contrasta con los sobres que Rete Carótida le va entregando y que contienen fotografías pornográficas cada vez más vulgares.

Huye de ella pero necesita perseguirla (“dos posibilidades, ambas fatales: la huída o la caída”) y es testigo de una extraña experiencia final: “Rete Carótida, también un objeto desmenuzable ante mí, comenzó a transparentarse sin perder la forma”, y “las escamas de cristal impedían que la sangre circulara”. Aquel mastodonte es ahora una mujer de cincuenta o sesenta kilos, que le recuerda a su abuela. Ambos se rechazan y él regresa, es un decir, a su rutina cotidiana.

En “Escamas, piel”, título que nos remite al relato anterior, Berti escucha en el autobús “una frase común, repetida, banal, que él mismo puede haber dicho varias veces en sus treinta y cuatro años de vida”. Una vida rutinaria de trabajo en la ferretería donde se encarga voluntariamente de ir a la panadería a comprar los bizcochos para sus colegas. A los pocos meses de empezar a hacerlo, la ve a ella. Misteriosa como lo es todo en un relato que no sabemos dónde ocurre, sólo que de la costa llega el olor a mar. Si en “Rete Carótida” su amistad con Gutiérrez representa la normalidad, aquí el normal Corradi le ha advertido sin embargo que aquella mujer no le conviene. Una advertencia que viene corroborada por la historia que les cuenta su amigo Fernández sobre el griego Doukos y el misterio de su cuerpo cubierto de puntos rojos y marrones. Pero Berti ha visto en Irene un desafío, consigue hablar con ella y así empiezan las etapas amorosas que coinciden con las etapas de la experiencia mística, hasta que ve como en el cuerpo de ella se “transparentaban bellamente escamas”. Una vez desaparece de su vida, Berti “no quiere el recuerdo: lo que quiere es volver a tocar escamas, piel”, esta experiencia que ha conocido y que se le ha escapado de las manos. Lo que en “Rete Carótida” surgía de la vulgaridad, aquí surge de la elevación, pero en ambos relatos queda el dolor de haber conocido no la revelación de un secreto, sino su más inquietante misterio.

miércoles, 13 de abril de 2011

Por la libre

En un momento entreverado y medio oscurantista, el cine español se traga anualmente 85 millones de euros en subvenciones públicas. Sólo un 12,7% de los espectadores pagó su entrada para verlo en 2010. Haciendo números se puede concluir que cada película española pierde 2, 24 millones de euros. Demasiado para un país que atraviesa una crisis económica que ha hecho tambalear los vicios de nuevo rico que lo empachó en las últimas dos décadas. Son conocidos los productores y cineastas que se han enriquecido a costa de las arcas estatales. Otros buscan caminos alternativos. “No tengo nada en contra de las subvenciones –dice Andrés Duque–, pero es un sistema que no entiendo. Los formularios y requerimientos son absurdos, las formas de pago y de justificación del dinero son inconcebibles para hacer cine en cualquier nivel. Es una maquinaria pensada para un cine de industria y allí, definitivamente, no entro”. Aquí un artículo sobre cómo los españoles se las están arreglando para hacer un cine sin subvenciones, ni burocracia, ni componendas, ni mamaderas, ni política pedorra. A ver si por acá los imitamos, caramba.

martes, 12 de abril de 2011

Escuchá esto

“La mejor música es aquella que nos persuade de que no hay otra música en el mundo.”

– Alex Ross


(Artículo acá.)

Un organismo vivo


En el Nº 3 de Sin aliento (el diario del BAFICI) entrevistan al crítico estadounidense Kent Jones, co-realizador de A Letter to Elia junto a Martin Scorsese:


¿Cuál creés que es la mejor manera de describir el estado actual de la crítica de cine?

Estancada. Estancada en el lenguaje de un bizarro formalismo que deconstruye a las películas en secciones o bloques estáticos y que está muy lejos de las eternamente cambiantes entidades en movimiento que son. Estancada en el momento del autorismo, que ha dado lugar a una adicción a las polémicas y a las oposiciones polémicas, y a una salvaje sobrevaloración de los rankings, las listas y en el revisionismo de lo canónico. Estancada en lo peor del moralismo, que tiene el pésimo hábito de condenar y coronar a realizadores y utiliza la palabra “político” de forma frecuente sin tener la menor idea de su significado más allá del universo de la cultura cinematográfica.

Por otro lado, veo que hay muchos cinéfilos jóvenes talentosos y entusiastas, y creo que es genial que puedan interactuar a través de Internet. Las tendencias antes mencionadas son extremadamente seductoras: no hay nada más adictivo que el juicio moral de autoridad. Me recuerdan a las trampas de hadas de la novela On Wings of Song, de Thomas Disch, que cautivan a las almas inocentes con ilusiones de una belleza y una complejidad sin límites. Espero que algunos puedan encontrar la salida a eso.

¿Cuál creés que es –si creés que existe– la responsabilidad más grande de la crítica de cine actual respecto a cómo cambió la forma de ver cine?

Describir al cine como un organismo que vive y respira dentro de los ambientes vivientes de la propia historia del cine en constante evolución: la historia de los gestos, la historia del pensamiento; y dentro del extraño flujo del pasado y del presente. Creo que eso significa escribir. Lo cual significa dejar tu ego de lado. Manny Farber me dijo: “Quiero salirme de él y hacer que el objeto mismo adquiera una especie de asombro religioso”. No tengo objeciones a eso.

¿Cuál fue el momento en el que decidiste convertirte en crítico de cine?

Para mí, el hecho de hacer películas, de escribir sobre ellas, de escribirlas para mí y para otros; es todo lo mismo. Ha sido un proceso evolutivo que comenzó cuando era niño, y es algo muy personal. Porque tiene que ver con una manera de mirar, un deseo de transmitir (un lindo término que Claude Lanzmann suele utilizar) un instante de percepción recordado, un momento, de la forma más completa posible. Por ejemplo, yo crecí en Nueva Inglaterra. Y tengo recuerdos vívidos de comienzos de la primavera, de salir y ver el brillo del sol reflejado por la nieve derretida alrededor del césped. Y en algún momento, bien al comienzo, sentí la necesidad de aferrarme a las experiencias de esos instantes en el tiempo, de ver y sentir y oler a la tierra mientras se calentaba, de transmitirlos, de darles una forma. No todos sienten esa necesidad, supongo; por lo menos no de forma tan poderosa. Depende de las circunstancias. Y, de alguna manera, esto evolucionó hasta convertirse en la necesidad de transmitir lo que yo experimentaba en el cine, de ver cómo otra gente siente la misma necesidad y la lleva a cabo. Así que podría decir que fue el jugar en la nieve a comienzos de marzo y luego entrar a ver una película de Humphrey Bogart.

¿Qué le dirías a alguien que quiere ser crítico?

No hay sistemas o jerarquías o unidades de medida a los cuales recurrir. Además de las palabras de Manny, me gusta mucho esta cita de Adorno: “Ninguna teoría, ni siquiera aquella que es verdad, está a salvo de la perversión que lleva a la falsa ilusión luego de renunciar a la relación espontánea con el objeto”. Sólo está el oficio de escribir. Eso es lo romántico del asunto.