miércoles, 16 de febrero de 2011

Correspondencia Onetti - Flores Mora

Madrid, 7 de enero de 1983

Querido Maneco:

Es sabido que jamás pudiste alcanzar, ni ayudado por la envidia o por la ambición, los rasgos de mi ya legendaria belleza varonil. A pesar de eso, oh misterio, son indiscutibles tus éxitos en el terreno amoroso. De modo que tu jeta no puede ser comparada a la del eterno botija Carlos Gardel. Pero la verdad es que si el Mago cantaba cada día mejor, tus artículos parecen mejor escritos cada semana que me llega Jaque.

Me dijo Sanguinetti que andabas enfermo y hoy justamente hablé con Montevideo para interesarme por ti y me han dicho que has superado el mal trance y ya estás en casa. Recibe el cariñoso abrazo que no te puedo dar en persona y recuerda siempre que cuando yo era segundo amo de la Agencia Reuter montevideana tuve que suspenderte por niño travieso, tres días sin goce de sueldo. Esto lo volveré a hacer si no te curas pronto y me devuelves la alegría de releer tus comentarios sobre los intelectuales uniformados.

Hemos repartido tantas fotocopias de tus artículos que ya tu nombre debe ser muy respetado en las europas.

Siempre tu amigo y admirador de la inolvidable Casandra, haré todo lo posible para que mi salud me permita darte muchos besitos el primero de marzo.

Juan C. Onetti


***

Madrid, 23 de junio de 1984.

Querido Maneco:

Te ruego aceptar estas palabras humildes y desleídas por su origen de pecado original, ya que provienen de un mal novelista. Te escribo para que sepas del placer y admiración que me producen tus contratapas, cuando el destino me proporciona la oportunidad de leerte. Compruebo tu parentesco con mi querido Gardel, cuyo santo se celebra justamente hoy.

Así como tú escribes, según compruebo, cada día mejor, el mago (…) canta cada día mejor.

Pero no olvides que yo no olvido aquella Casandra que escribiste y dejaste perder o morir. Tal vez me equivoque, pero en mi recuerdo, aquella obra que no funcionaba teatralmente, mostraba la más bella prosa que me fue dado leer cuando estuve exiliado en la orientalidad.

Ni una línea respecto a lo que está sucediendo por ahí, sólo puede decirte que me entristece mucho.

Un abrazo

Juan C. Onetti

***

Montevideo, 8 de febrero de 1985.(*)

Querido Onetti, Juan Carlos:

Por segunda vez recibo una carta tuya, carta cuyos elogios me halagan pero, sobre todo, cuyo cariño me conmueve. Lo de que leas mis contratapas me resulta, además, asombroso, porque –por lo menos en mi intención y convicción- lo que lees es de carácter casero. Digo que alguien las lea -¡y apruebe!- en España, es como si me dijeran que la T.V. española ha pasado con éxito el tape de un partido entre Bella Vista y Rampla Juniors.

Juan Carlos: te juro además que eso de llamarle “contratapa” a la página de atrás, que siempre se llamó “página última” -¿o no?- es culpa que no me pertenece. Además no es mentalidad uruguaya. Es como porteño, al estilo de cuando llaman “contrafrente” a los apartamentos que nosotros llamamos interiores ¿verdad?

Chiquito: tus cartas me dejan chocho. Cuando publicás libros, tejés novelas, das conferencias o compadreás por ahí, uno puede incluso mantener a tu respecto una actitud crítica. “Apoyo crítico”, como dicen con abuso de lenguaje algunos en política. Pero cuando me escribís personalmente y me ponderás, me descubro involuntariamente adentro frases como “pensar que este tipo es el más grande novelista de América” y otras por el estilo. Gracias, Juan Carlos. En serio: gracias. Bueno: mi salud va bien. No sólo ya estoy en casa. Además, pronto estaré en la tuya porque viajo en los próximos meses. Me sale siempre aquella frase tuya en “El Pozo”, que no leo hace mil años: “Lo que me sorprendía no era cumplirlos, sino cumplirlos así en…”

Bueno: reflexión en que ya es el tercer cáncer que me saco y me siento, irremediablemente -¿creerás?- como un tipo poco serio. Será.

Quiero decirte que deberás venir de cualquier manera el 1º de marzo. Si querés me borro, pero si te resulta útil, me pego a ti, para que la T.V. no joda si estamos mamados. Julito merece ese apoyo. El vuelo no es tan largo. Vos sos nota. Te rodeamos dos o tres, los que tú digas, y te vas a un hotel o a donde se te cante y yo te pongo un jefe de prensa para que te defienda de cargosos y te organice unas declaraciones que te van a salir espléndidas, en las que si querés te ayudo o ayudamos, y si no querés, no; y te metés al país en el bolsillo.

Y si todo eso te resulta pesado, entonces no recibís a nadie, no declares nada y eres igual, sin trabajo ninguno, la gran nota. Y que la T.V. muestre la fachada del hotel y diga: “ahí está Onetti”. Maggi y yo decímos, “si, está ahí pero en los días de menopausia los genios no hacen declaraciones. ¡Váyanse!”.

Onetti: vení. En serio, organizamos lo que quieras para que estés recómodo. Le zafás al frio y te respirás un poco la primavera que, como bien sabés, en Uruguay es en otoño.

No te preocupes si estás físicamente jodido, primero porque no eres tú solo. Jodidos y viejos estamos todos. Y además, porque renunciar a la butaca del avión y mantenerte en el sillón de tu living, no te rejuvenecerá mucho. La grappa tiene el mismo gusto a 12.000 pies que al nivel del mar. No jodas. Vení.

Te abraza con el cariño correspondiente y te envía un beso y tres octavos, tu muy admirador y amigo.

Maneco Flores.


Otrosí: de verdad mi salud va fantásticamente bien. Es absurdo pero es así. Gracias de nuevo.


(*) Flores Mora, fallecido el 15 de febrero de 1985, no llegó a enviar esta carta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario