sábado, 30 de abril de 2011

Temor

Temo demasiado a los profesores para quienes el arte es sólo un derivado de las corrientes filosóficas y teóricas. La novela conoce el inconsciente antes que Freud, la lucha de clases antes que Marx, practica la fenomenología (la búsqueda de la esencia de las situaciones humanas) antes que los fenomenólogos. ¡Qué fabulosas "descripciones fenomenológicas" las de Proust, quien no conoció a fenomenólogo alguno!

-Milan Kundera, El arte de la novela


(Encontrado en Neorrabioso)

viernes, 29 de abril de 2011

Así nos pasamos el día nosotros

Un post de Pulps nos recuerda la existencia de este extraordinario cortometraje uruguayo, realizado en torno al artista Javier Gil, de quien se incluyen algunas obras (con efectos animados). Éste es un tipo de cine que defendemos a rajatabla: originado en el puro deseo, poético sin ser complaciente, concebido y filmado por afuera de componendas y fondos domesticadores. O sea, libre y original.

jueves, 28 de abril de 2011

Matando al indio

A decir verdad, nunca fuimos muy devotos de M. Night Shyamalan, ni siquiera cuando las manadas babeaban ante su primera jugarreta (Sexto sentido). Tampoco fuimos detractores cerrados, porque a pesar de las chotadas que empezó a hacer a partir de su cuarta y quinta película (La aldea, La dama en el agua), habíamos encontrado valores ciertos en la segunda (El protegido) y, en menor medida, en la tercera (Señales). No vimos El fin de los tiempos ni, mucho menos, la salvajemente insultada El último maestro del aire. Pero es llamativo el modo en que la sociedad bloguera y los comentaristas internéticos se han ensañado con el tipo hasta convertirlo en un sinónimo de Basura y en un chiste de la peor calaña, algo que, al parecer, ha permeado también al público general y ha contaminado todo lo que toca. Lo hemos visto ir de entrevista en entrevista lloriqueando como un flojo, y por cierto nos parece un pelotudo importante. Sin embargo, y a pesar de que es muy divertido, no tenemos claro si se justifica el sadismo burlesco que destila un video que circula desde hace un tiempo y que lo toma de punto. Sin contemplaciones.


El paroxismo de esta corriente anti-M. se encuentra en el portal M. Night School, dedicado a recaudar fondos para financiar el regreso a la universidad del implicado. Los responsables se manifiestan hartos “de sus vueltas de tuerca, sus diálogos repetitivos y su comercializada imagen de auteur”, y afirman que una vez recaudado el dinero se lo donarán en persona y filmarán el acontecimiento. En caso de que lo rechace, crearán una beca con su nombre.

Muy bueno, jajaja. Ahora esperamos una reacción similar contra tanto aparato con patente de geniecillo, llámese Sofia Coppola, Alejandro Amenábar o Darren Aronofsky (nos importa una mierda la fanfarria oscareta: Cisne negro apesta).

miércoles, 27 de abril de 2011

Notas al pie dentro de notas al pie

Disculpen, queremos volver sobre David Foster Wallace.

En un mes particularmente activo para su memoria (la edición de su inconclusa The Pale King, una conmovedora entrevista a su viuda, innumerables revisiones de su obra), su amigo, el también escritor Jonathan Franzen, publicó en The New Yorker un extensísimo artículo que hasta hace unos días estuvo disponible en su totalidad.

Éste es un pasaje:

Estaba enfermo, desde luego y, de alguna manera la historia de nuestra amistad es que yo quería a una persona mentalmente perturbada. Esa persona acabó suicidándose de modo premeditado para inflingir el mayor dolor posible en aquellos a los que más quería, dejándonos furiosos y traicionados. Traicionados no sólo por la pérdida de una inversión emocional sino por la manera en que ese suicidio nos quitó a la persona amada para convertirla en leyenda. Gente que nunca leyó sus relatos, que jamás oyó hablar de él, había leído su discurso en Kenyon College y lamentó la pérdida de un alma grande y gentil. La clase dirigente literaria que jamás seleccionó ninguno de sus libros para el premio nacional se unía para declararle tesoro nacional. Era un tesoro nacional, por supuesto y, como escritor, no le “pertenece” a sus lectores menos de lo que me pertenece a mí. Pero cuando sabes que su carácter era mucho más complicado y equívoco de lo que la gente se cree, y también sabes que era mucho más adorable –más divertido, payaso y frágil, más decididamente en guerra con sus propios demonios, más perdido, más infantil en sus mentiras e inconsistencias– que ese beatífico y clarividente artista-santo que han hecho de él, es mucho más duro no sentirse herido por la parte suya que prefirió la adulación de extraños por encima del amor de aquellos más cercanos a él.

Quienes menos lo conocieron son los más proclives a hablar de él en términos de santidad. Esto es esencialmente extraño dada la ausencia casi absoluta, en su ficción, de amor común y corriente. Las relaciones de amor profundo, que para casi todos nosotros son una fuente fundamental de sentido, no tenían lugar en el universo ficcional de Wallace. En su lugar, tenemos personajes que ocultan sus frías obsesiones de quienes los aman; personajes que planifican la apariencia del amor o que se convencen a sí mismos de que aquello que parece amor no es más que un velado egoísmo. O, como mucho, personajes que dedican un amor abstracto o espiritual hacia alguien profundamente repulsivo, como el cerebro chorreante que es la esposa de La broma infinita o el psicópata de la última Entrevista con hombres repulsivos. La narrativa de David está poblada por fraudes, manipuladores y autistas emocionales y, sin embargo, la gente que sólo le conoció de manera superficial o formal tiende a tomarse su extrema consideración y su sabiduría moral de manera absoluta.

Algo curioso sobre la narrativa de David es lo reconocidos e identificados, lo amados que se sentían sus más devotos seguidores al leerlo. Si es verdad que cada uno de nosotros está atrapado en su propia isla existencial –y creo que es bastante correcto afirmar que sus lectores más sensibles han sido aquellos familiarizados con los efectos social y espiritualmente aislantes de la adicción, la obsesión o la depresión– todos esperábamos agradecidos cada nueva entrega de aquella isla lejana que era David. En cuanto al contenido, él siempre nos dio lo peor de sí mismo: desplegó, con una intensidad de autoanálisis comparable a la de Kafka, Kierkegaard o Dostoyevsky, los extremos de su propio narcisismo, misoginia, compulsión, autoengaño, moralismo y teologización deshumanizantes, sus dudas en torno a la existencia del amor y su atolladero autoconsciente de notas al pie-dentro-de-notas al pie. En cuanto a la forma y la intención, sin embargo, este mero catálogo de desesperación acerca de su verdadera bondad ha sido recibido por el lector como el regalo de su bondad genuina: sentimos el amor en el acto de su escritura, y le amamos por eso.

(Encontrado en La Petite Claudine. Traducción corregida.)

martes, 26 de abril de 2011

La universidad perdona un momento de locura

Idea para un argumento novelesco: respetado profesor de una importante universidad estadounidense se suicida en circunstancias misteriosas. Alumnos sospechan que el profesor había caído en desgracia y las autoridades pensaban despedirlo. Piden explicaciones pero chocan contra un total hermetismo. La literatura ya profetizó casos similares, aunque a partir de ahora habrá un antecedente concreto. La corrección política cobra su primera muerte.

sábado, 23 de abril de 2011

El habla popular


Dos de Pasolini










Al muchacho Codignola


Querido muchacho, sí, claro, encontrémonos,

pero no esperes nada de este encuentro.

Si acaso, una nueva desilusión, un nuevo

vacío: de aquellos que hacen bien

a la dignidad narcisista, como un dolor.

A los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.

Frustrados, el de cuarenta y el de diecisiete

pueden, claro, encontrarse, balbuceando

ideas convergentes, sobre problemas

entre los que se abren dos décadas, toda una vida,

y que, sin embargo, aparentemente son los mismos.

Hasta que una palabra, salida de las gargantas inseguras,

aridecida de llanto y deseo de estar solos,

revela su irremediable diferencia.

Y, además, tendré que hacer de poeta

padre, y entonces me replegaré sobre la ironía,

que te incomodará: al ser el de cuarenta

más alegre y joven que el de diecisiete,

él, ya dueño de la vida.

Más allá de esta apariencia, de este aspecto,

no tengo nada que decirte.

Soy avaro, lo poco que poseo

me lo guardo apretado en el corazón diabólico.

Y los dos palmos de piel entre pómulo y mentón,

bajo la boca torcida a furia de sonrisas

de timidez, y los ojos que han perdido

su dulzura, como un higo agrio,

te parecerían el retrato

precisamente de esa madurez que te hace daño,

madurez no fraterna. ¿De qué puede servirte

un coetáneo, simplemente entristecido

en la delgadez que le devora la carne?

Cuanto ha dado ya lo ha dado, el resto

es árida piedad.


Análisis tardío


Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa;

que todo aquello que toco ya lo he tocado;

que soy prisionero de un interés indecente;

que cada convalecencia es una recaída;

que las aguas están estancadas y todo tiene sabor a viejo;

que también el humorismo forma parte del bloque inamovible;

que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo;

que no intento todavía reconocer quién soy;

que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre;

que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias;

que no saldré nunca de aquí por más que sonría;

que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia enjaulada;

que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola;

que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre y por lo tanto pura;

que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.

viernes, 22 de abril de 2011

Irse de acá

Una recopilación de viajes célebres de la historia en un mapa interactivo. Están, entre otros, La vuelta al mundo en 80 días, los vuelos de Charles Lindbergh y Amelia Earhart, la circunvalación de Magallanes, el periplo de Jack Kerouac para On the Road, el trayecto del Transiberiano, el viaje de Colón y el del "Pequod" en Moby Dick, las rutas de Marco Polo por el Asia y de Pizarro en Perú. Ideal para irse de acá, aunque sea en la imaginación.

jueves, 21 de abril de 2011

El racismo invertido

El discurso de la victimización es hoy casi el discurso dominante. Se puede ser víctima del medio ambiente, del cigarrillo, del acoso sexual. Encuentro algo triste esta reducción del sujeto a víctima: funciona aquí una noción extremadamente narcisista de la personalidad, y que es, de hecho, intolerante, en la medida en que implica que no podemos ya tolerar los encuentros con los otros... y esos encuentros siempre son violentos.

Detengámonos por un instante en el acoso sexual. Me opongo, por supuesto, a él, pero seamos francos. Imaginemos que sufro un impulso pasional, me he enamorado de otro ser humano, y declaro mi amor, mi pasión, por él o ella. Siempre hay en esto algo perturbador, violento. Puede parecer una broma, pero no hay nada de eso: no se puede emprender un juego de seducción erótica de un modo políticamente correcto. Hay un momento de violencia; cuando se dice: “Te quiero, te amo”. De ningún modo es posible eludir este aspecto violento. Creo que este temor al acoso sexual incluye este aspecto, el temor de un encuentro demasiado abierto, demasiado violento, con otro ser humano.

Otra cosa que me molesta en el multiculturalismo es cuando me preguntan: “¿Cómo puede estar tan seguro de no ser un racista?” Mi respuesta es que hay una sola forma: cuando se puede intercambiar insultos, bromas brutales, chistes sucios, con un miembro de una raza diferente, y ambos sabemos que no hay detrás una intención racista. Si, por el contrario, jugamos al juego políticamente correcto, “Oh, cómo te respeto, qué interesantes son tus costumbres...”, eso es racismo invertido, y es repugnante.
Slavoj Žižek

Todo tiene que ver con todo

Hablando de talibanes, fundamentalistas e intolerantes, el próximo festival de Cannes recordará que Jafar Panahi sigue en la cárcel.

martes, 19 de abril de 2011

Cinefilia escrita

El Nº 2 de la excelente revista Detour trae una reflexión de Mónica Jordan acerca de la escritura sobre cine, en las antípodas de tanto discurso cagatinta de aquí, de allá y de todas partes. El comienzo:
No creo en la semiótica cinematográfica ni tampoco en que el cine tenga o sea un “lenguaje”, y me irrita la subyugación a la que se le somete cuando se usan términos que son pertenecientes al estudio de otras artes. No creo que la crítica de cine pueda ser objetiva, ni siquiera cuando presume de ser periodística. Ya que estoy, no creo que sea un género periodístico sino mayormente literario, y, como tal, prefiero un texto bien escrito que uno que se olvida de las formas y la creatividad porque presume de llegar-al-público-al-usar-lenguaje-coloquial…, quizás se deba a que no olvido que el coloquialismo y el alcance no están reñidos con las bondades de una buena redacción. Me incomoda no detectar rasgos humanos tras las palabras que leo, como detesto el exceso de ombliguismo y la sobreutilización del “yo” cuando esconde falta de discurso, aunque tampoco me asusta evidenciar mi subjetividad para dejar ver quién soy. No aguanto las perífrasis que se creen poesía, pero tampoco el raquitismo que se cree veraz. Entiendo la necesidad de tener un discurso global que aplicar a los escritos, pero odio que sea tan evidente que cualquier filme sea usado como excusa instrumental para crear política. No creo que el cine sea un arte menor, como tampoco concibo que hayan películas menores, solo existe la no-conexión entre espectador y filme. Aún no sé si adoro a Zack Snyder o le detesto, y sé que me aburren sus películas como me pueden aburrir las de Kiarostami, pero hace tiempo que dejé de permitirme medir el cine por el aburrimiento o entretenimiento generado. Creo que la escritura cinematográfica debe ir dando paso a la expresión audiovisual para reflexionar del cine, aunque ese proceso me asusta y me parece lejano en el tiempo. Escribo porque sólo así acabo entendiendo qué me ha quedado de una película, y porque en el proceso descubro interpretaciones, pistas o conexiones que de otra forma no hallaría. Escribo para entender, busco entender para disfrutar, quiero disfrutar para transmitir…

lunes, 18 de abril de 2011

Wilderiana

Algunas observaciones de Billy Wilder, recopiladas en una vieja edición de La Vanguardia:

PROFESIONAL: “No me paso años sentado sobre mi trasero tratando de encontrar la gran significación filosófica de tal o cual película mía. Soy un profesional. Hago películas, como otros en Detroit hacen coches”

ITALIANOS, ALEMANES: “Los italianos son sonrientes, abiertos, calurosos, aunque algunos sean corruptos. Los alemanes, a los que tengo afecto (pasé algunos años en su país), son más tiesos, les sale el paso de la oca más natural”

IDEAS: “El noventa por ciento de lo que se escribe cuando preparas una película termina en la papelera. Cualquier mujer de la limpieza inteligente podría hacerse rica haciéndose con una buena papelera”

NAZIS: “Recuerdo, de aquel año de 1933, la imagen del ascensorista del edificio de la productora Ufa, que, de un día para otro, se convirtió de un hombre insignificante en un hombre uniformado. Esa transformación, que sucedía masivamente, era lo más horripilante: ver cómo las personas podían transformarse de golpe. El vigilante del garaje que me cuidaba el coche andaba por ahí, también de pronto, llevando un brazalete con la cruz gamada. Después de 1945, cuando volví a Alemania, percibí una transformación igualmente súbita: de pronto, no había sido nadie, al contrario: cada alemán había escondido a dos judíos. Por lo menos, a dos”

TÍTULOS: Al saber que Double Indemnity (Pacto de sangre), se titulaba Mujer sin conciencia en Alemania: “Un título idiota. Se refiere, más o menos, a mil seiscientos millones de mujeres”

LÍOS AMOROSOS: “Nunca tuve ningún lío con una protagonista de mis películas, no porque no pudiera imaginarme engañar a mi mujer, sino porque no quería engañar a mi película”

WALTER MATTHAU: “Le encanta Mozart. Beethoven para él ya es heavy metal”

COLABORADORES: “No es cierto que todos mis colaboradores forzosamente acaben dándose a la bebida. Algunos también se suicidan”

FRACASO: “Tampoco Lubitsch hizo sólo obras maestras. Muéstreme a un hombre que nunca haya conocido el fracaso y yo le mostraré un mediocre, porque juega sobre seguro. Es como uno de esos jugadorcillos de ruleta que apuestan una miserable ficha al rojo o al negro”

domingo, 17 de abril de 2011

El papa fugitivo

EUSEBIO VAL | La Vanguardia

Entre Dios y el psicoanálisis. Un papa recién elegido, enfermo de depresión y que huye al sentirse incapaz de ocupar el cargo. Una curia perpleja. La película tendría todos los ingredientes para ser un panfleto irreverente. Pero estamos en la papista Italia, al fin y al cabo, con un director sensible como Nanni Moretti que ha logrado un retrato muy humano, hasta tierno, de su pontífice imaginario y de los entresijos vaticanos, a base de humor, guiños irónicos y lecturas sugerentes para creyentes y agnósticos.

Habemus Papam, que se presenta al festival de Cannes, se estrenó el viernes en 500 cines italianos tras una intensa campaña publicitaria en la RAI, que ha colaborado en la producción. El momento no podía ser más oportuno, en vísperas de la Semana Santa y ante la próxima beatificación de Juan Pablo II, el primero de mayo en Roma, un acontecimiento de impacto global que volverá a colocar a la Iglesia católica bajo el foco de atención.

El filme arranca con imágenes reales de los funerales de Karol Wojtyla y aquellas masas de fieles venerando al carismático papa polaco. Es entonces cuando se pasa a la ficción. El cónclave se reúne en la Capilla Sixtina –en realidad es una reconstrucción hecha en Cinecittà– y se produce la primera ruptura con el tópico. No hay cardenales ambiciosos, ávidos de poder y dispuestos a todo por ser investidos como el sucesor de Pedro, sino todo lo contrario. En el cónclave domina el miedo y la angustia. Todos rezan para que no les caiga la responsabilidad. Al final escogen al cardenal Melville (Michel Piccoli, de 85 años, que borda su papel). Cuando se anuncia su nombramiento, en el balcón de la basílica de San Pedro, con la frase latina ritual “Habemus Papam”, a Melville le da un ataque de pánico.

A partir de ahí se desarrollan una serie de episodios insólitos en un Vaticano que se enfrenta a una emergencia sin precedentes. Desesperados, los cardenales contratan los servicios de un prestigioso psicoterapeuta ateo (Nanni Moretti), con la esperanza de hacer recapacitar al nuevo papa. El facultativo, prácticamente secuestrado entre los muros vaticanos, tiene las manos atadas porque no le dejan psicoanalizar a fondo al ilustre paciente, por miedo a que afloren hechos inconfesables y comprometidos.

“El concepto de alma y de subconsciente no pueden coexistir”, advierte un purpurado. El psicoterapeuta consigue llevarse a Melville, camuflado de civil, en un coche, a la consulta romana de una colega, su ex mujer, quien, desconocedora de la identidad real del enfermo, lo trata como a un hombre normal. El papa electo aprovecha luego para huir. Son esas unas escenas deliciosas de un Melville desorientado, que muestra el lado humano que tiene cualquier persona, aun en las posiciones más poderosas. Viaja en autobús, se presenta en un hotel para pasar la noche y se encuentra que está alojada toda una compañía de teatro, que fue su pasión juvenil.

El papa fugitivo entra en un bar y pide a una chica que le preste su teléfono móvil. En otros momentos desayuna un cruasán, vaga por las calles. En el Vaticano, el núcleo dirigente hace creer al resto que el papa está en su habitación y que mejora. Para ello han obligado a un guardia suizo a dormir en los aposentos papales, comer las viandas que le sirven y mostrar su sombra tras las cortinas. Los cardenales, mientras, amenizan la espera con partidas de naipes y con un grotesco campeonato de voleibol que organiza el psicoterapeuta.

Al igual que Melville, también de los cardenales emerge un lado humano, infantil. Unos se pelean por ganar a las cartas. Otro hace puzzles en su habitación. Unos purpurados australianos sólo tienen interés por hacer turismo por Roma y disfrutar de los cafés.

Cuando Melville retorna al Vaticano y acepta el cargo, parece que todo ha sido una pesadilla. Pero en sus palabras a la multitud, Melville confiesa que no se considera idóneo y renuncia.

Habemus Papam es una alegoría de la dificultad de asumir el poder y un retrato casi cariñoso de la gerontocracia eclesiástica. El Vaticano quiso quedar al margen. Su “ministro” de Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi, fue informado del proyecto aunque prefirió no intervenir. Las que aparecen como estancias pontificias son otros suntuosos palacios romanos. El Vaticano no podía ser un set cinematográfico. Ni con la suave mirada de Moretti.

sábado, 16 de abril de 2011

Biblioteca universal

De un artículo de Peter Singer, profesor de Bioética en la Universidad de Princeton, contra el abusivo copyright:

“Si podemos poner un hombre en la luna y secuenciar el genoma humano, deberíamos ser capaces de diseñar algo parecido a una biblioteca pública digital universal. En ese punto, enfrentaremos otro imperativo moral, que será incluso más difícil de realizar: expandir el acceso a Internet más allá de menos del 30% de la población mundial que hoy lo tiene.”

viernes, 15 de abril de 2011

Más de lo que nos permiten ser

En el blog Transmutación rescatan una entrevista que Carlos María Domínguez le hizo a Mario Levrero en 1988. Un pasaje:

“Me cuesta mucho separar lo que sería el im­pulso religioso, metafísico, del impulso erótico. Parten de un mismo centro y justamente son mis dos preocupaciones e intereses constantes. A través de las experiencias parapsicológicas, las más auténticas, y a través del erotismo y del sexo, he tenido esa percepción de una mayor dimensión del ser, y es lo que necesito casi como el oxígeno. Necesito aunque sea fugazmente esa trascendencia, ese sentirse más de lo que uno se percibe habitualmente, más de lo que uno se permite o de lo que nos permiten ser.”

SSwing







Al nazismo no le gustaba el jazz. Benny Goodman, era "el judío del swing" y las radios tenían prohibida su difusión. Tampoco estaba permitido sintonizar radios extranjeras y las penas por tamaño delito iban de los 5 a los 10 años de cárcel. Pero a los alemanes, como a todo el mundo en los 40, el jazz no sólo les gustaba sino que eran capaces de desafiar la prisión con tal de escuchar los programas de la BBC, donde las noticias se alternaban con bandas de swing. Entonces Goebbels, el Ministro de Propaganda, tuvo una idea: hacer programas en inglés que reprodujeran ese modelo. El más exitoso de esos programas fue "Alemania llamando". Lo conducía William Joyce, un estadounidense hijo de irlandeses, miembro de la Unión Británica de Fascistas, luego fundador de la Liga Nacional Socialista de Inglaterra y, obviamente, emigrado a Alemania en 1939, cuando se enteró de que lo arrestarían. Y la música la proveía una banda especialmente formada para tal fin: Charlie y su orquesta. Los arreglos musicales eran de Lutz Templin y reproducían, en gran medida, los estilos de Tommy Dorsey y Glenn Miller. Y el cantante, que daba nombre al grupo, era Karl "Charlie" Schwedler. El escribía, también, las letras de las segundas estrofas en los éxitos que se interpretaban. Estos –"Stormy Weather", "After You've Gone", "Bye Bye Blackbird" empezaban bien. Pero, en la repetición de la estrofa iban mezclados mensajes acerca del judaísmo de los amigos de Churchill, insultos a Roosevelt e invocaciones a lo bella que sería Europa sin guerra y con los alemanes volando libremente por los cielos de Londres. Una encuesta de la BBC a fines de la década de 1940 reveló que un 26 % de los oyentes ingleses habían escuchado regularmente ese programa. Pero la razón del éxito parece no haber sido la música (los ingleses tenían opciones bastante mejores, empezando por el violinista Stéphane Grappelli, que había huido de la Francia ocupada) sino el hecho de que el programa pasaba los mensajes a sus familiares de los prisioneros británicos. Para aquellos interesados en escuchar a la orquesta de Charlie, puede hacérselo aquí (si Jarrett nos perdona el uso de Youtube).

-Diego Fischerman

jueves, 14 de abril de 2011

Transparente

La editorial española Periférica ha editado Dos mujeres, del amigo Elvio E. Gandolfo, compuesto por dos de sus más recordados relatos, “Rete Carótida” y “Escamas, piel”. El suplemento Cultura|s del diario barcelonés La Vanguardia publicó ayer una reseña firmada por uno de sus críticos estrella, J. A. Masoliver Ródenas, que reproducimos a continuación con la advertencia de que el reseñista será muy estrella pero revela la esencia de los argumentos y abusa de algunos términos (“rutina” y derivados, “misterio”, “cotidiano”). De todas formas, bien por E.E.G. Ya era hora de que lo conocieran fuera de este culo del mundo.

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El éxtasis oscuro

Nacido en Mendoza (Argentina) en 1947, pero crecido en Rosario, Elvio E. Gandolfo es, sobre todo, un maestro de la novela corta y del relato. Dentro de la mejor tradición de la literatura del Cono Sur, en su escritura asistimos con frecuencia a una alteración de la anodina vida cotidiana que puede llevar a la alucinación y a la locura, pero que en el rosarino no llega a ser una revelación, porque el misterio de las relaciones humanas –entre el hombre y la mujer– no lleva a la luz sino a la oscuridad. Los personajes despiertan de una especie de resaca que les devuelve a la realidad cotidiana, pero tras haber experimentado, dolorosamente, el conocimiento. Experiencia de una inquietud, de algo que atrae y al mismo tiempo repele, que conduce al rechazo de una extraña y amenazadora atracción o a la plenitud del encuentro amoroso, todavía más peligrosa. El lector asiste al proceso que va sumiendo al protagonista en el desconcierto, pero también a la inquietante falta de respuesta final, a un vacío que acaba por ser la esencia del relato. Que lo es, desde luego, en Dos mujeres, dos textos que se oponen y al mismo tiempo se complementar. En “Rete Carótida” hasta el nombre del personaje femenino se sale de la normalidad. Cuando el narrador se la encuentra, no sabe si por casualidad, “yo hacía varios meses que andaba solo, un poco taciturno, con costumbres sencillas como cumplir metódicamente con el trabajo, tener la sensibilidad reducida a cero”, hasta que de pronto aparece Rete Carótida, una boteriana mujer de casi ciento treinta kilos, un “esperpento carnavalesco”, un “mastodonte rubicolor”, es decir, un personaje grotesco que le acosará y se convertirá en una obsesión, mientras que, de modo ahora también extraño e inquietante, desea a Ana y al mismo tiempo la evita. Este amor verdadero, que no deja de parecer convencional, contrasta con los sobres que Rete Carótida le va entregando y que contienen fotografías pornográficas cada vez más vulgares.

Huye de ella pero necesita perseguirla (“dos posibilidades, ambas fatales: la huída o la caída”) y es testigo de una extraña experiencia final: “Rete Carótida, también un objeto desmenuzable ante mí, comenzó a transparentarse sin perder la forma”, y “las escamas de cristal impedían que la sangre circulara”. Aquel mastodonte es ahora una mujer de cincuenta o sesenta kilos, que le recuerda a su abuela. Ambos se rechazan y él regresa, es un decir, a su rutina cotidiana.

En “Escamas, piel”, título que nos remite al relato anterior, Berti escucha en el autobús “una frase común, repetida, banal, que él mismo puede haber dicho varias veces en sus treinta y cuatro años de vida”. Una vida rutinaria de trabajo en la ferretería donde se encarga voluntariamente de ir a la panadería a comprar los bizcochos para sus colegas. A los pocos meses de empezar a hacerlo, la ve a ella. Misteriosa como lo es todo en un relato que no sabemos dónde ocurre, sólo que de la costa llega el olor a mar. Si en “Rete Carótida” su amistad con Gutiérrez representa la normalidad, aquí el normal Corradi le ha advertido sin embargo que aquella mujer no le conviene. Una advertencia que viene corroborada por la historia que les cuenta su amigo Fernández sobre el griego Doukos y el misterio de su cuerpo cubierto de puntos rojos y marrones. Pero Berti ha visto en Irene un desafío, consigue hablar con ella y así empiezan las etapas amorosas que coinciden con las etapas de la experiencia mística, hasta que ve como en el cuerpo de ella se “transparentaban bellamente escamas”. Una vez desaparece de su vida, Berti “no quiere el recuerdo: lo que quiere es volver a tocar escamas, piel”, esta experiencia que ha conocido y que se le ha escapado de las manos. Lo que en “Rete Carótida” surgía de la vulgaridad, aquí surge de la elevación, pero en ambos relatos queda el dolor de haber conocido no la revelación de un secreto, sino su más inquietante misterio.

miércoles, 13 de abril de 2011

Por la libre

En un momento entreverado y medio oscurantista, el cine español se traga anualmente 85 millones de euros en subvenciones públicas. Sólo un 12,7% de los espectadores pagó su entrada para verlo en 2010. Haciendo números se puede concluir que cada película española pierde 2, 24 millones de euros. Demasiado para un país que atraviesa una crisis económica que ha hecho tambalear los vicios de nuevo rico que lo empachó en las últimas dos décadas. Son conocidos los productores y cineastas que se han enriquecido a costa de las arcas estatales. Otros buscan caminos alternativos. “No tengo nada en contra de las subvenciones –dice Andrés Duque–, pero es un sistema que no entiendo. Los formularios y requerimientos son absurdos, las formas de pago y de justificación del dinero son inconcebibles para hacer cine en cualquier nivel. Es una maquinaria pensada para un cine de industria y allí, definitivamente, no entro”. Aquí un artículo sobre cómo los españoles se las están arreglando para hacer un cine sin subvenciones, ni burocracia, ni componendas, ni mamaderas, ni política pedorra. A ver si por acá los imitamos, caramba.

martes, 12 de abril de 2011

Escuchá esto

“La mejor música es aquella que nos persuade de que no hay otra música en el mundo.”

– Alex Ross


(Artículo acá.)

Un organismo vivo


En el Nº 3 de Sin aliento (el diario del BAFICI) entrevistan al crítico estadounidense Kent Jones, co-realizador de A Letter to Elia junto a Martin Scorsese:


¿Cuál creés que es la mejor manera de describir el estado actual de la crítica de cine?

Estancada. Estancada en el lenguaje de un bizarro formalismo que deconstruye a las películas en secciones o bloques estáticos y que está muy lejos de las eternamente cambiantes entidades en movimiento que son. Estancada en el momento del autorismo, que ha dado lugar a una adicción a las polémicas y a las oposiciones polémicas, y a una salvaje sobrevaloración de los rankings, las listas y en el revisionismo de lo canónico. Estancada en lo peor del moralismo, que tiene el pésimo hábito de condenar y coronar a realizadores y utiliza la palabra “político” de forma frecuente sin tener la menor idea de su significado más allá del universo de la cultura cinematográfica.

Por otro lado, veo que hay muchos cinéfilos jóvenes talentosos y entusiastas, y creo que es genial que puedan interactuar a través de Internet. Las tendencias antes mencionadas son extremadamente seductoras: no hay nada más adictivo que el juicio moral de autoridad. Me recuerdan a las trampas de hadas de la novela On Wings of Song, de Thomas Disch, que cautivan a las almas inocentes con ilusiones de una belleza y una complejidad sin límites. Espero que algunos puedan encontrar la salida a eso.

¿Cuál creés que es –si creés que existe– la responsabilidad más grande de la crítica de cine actual respecto a cómo cambió la forma de ver cine?

Describir al cine como un organismo que vive y respira dentro de los ambientes vivientes de la propia historia del cine en constante evolución: la historia de los gestos, la historia del pensamiento; y dentro del extraño flujo del pasado y del presente. Creo que eso significa escribir. Lo cual significa dejar tu ego de lado. Manny Farber me dijo: “Quiero salirme de él y hacer que el objeto mismo adquiera una especie de asombro religioso”. No tengo objeciones a eso.

¿Cuál fue el momento en el que decidiste convertirte en crítico de cine?

Para mí, el hecho de hacer películas, de escribir sobre ellas, de escribirlas para mí y para otros; es todo lo mismo. Ha sido un proceso evolutivo que comenzó cuando era niño, y es algo muy personal. Porque tiene que ver con una manera de mirar, un deseo de transmitir (un lindo término que Claude Lanzmann suele utilizar) un instante de percepción recordado, un momento, de la forma más completa posible. Por ejemplo, yo crecí en Nueva Inglaterra. Y tengo recuerdos vívidos de comienzos de la primavera, de salir y ver el brillo del sol reflejado por la nieve derretida alrededor del césped. Y en algún momento, bien al comienzo, sentí la necesidad de aferrarme a las experiencias de esos instantes en el tiempo, de ver y sentir y oler a la tierra mientras se calentaba, de transmitirlos, de darles una forma. No todos sienten esa necesidad, supongo; por lo menos no de forma tan poderosa. Depende de las circunstancias. Y, de alguna manera, esto evolucionó hasta convertirse en la necesidad de transmitir lo que yo experimentaba en el cine, de ver cómo otra gente siente la misma necesidad y la lleva a cabo. Así que podría decir que fue el jugar en la nieve a comienzos de marzo y luego entrar a ver una película de Humphrey Bogart.

¿Qué le dirías a alguien que quiere ser crítico?

No hay sistemas o jerarquías o unidades de medida a los cuales recurrir. Además de las palabras de Manny, me gusta mucho esta cita de Adorno: “Ninguna teoría, ni siquiera aquella que es verdad, está a salvo de la perversión que lleva a la falsa ilusión luego de renunciar a la relación espontánea con el objeto”. Sólo está el oficio de escribir. Eso es lo romántico del asunto.

lunes, 11 de abril de 2011

En el nombre del padre

Una página web lleva a una novela que lleva a una película que lleva a miles de documentos.

Dice Alejandro Gándara en El escorpión:
Encuentro en la novela de Antonio Doñate, Acceso al comportamiento (Caballo de Troya), la historia del documental The Marina Experiment, que se proyectó en el festival Play-Doc de Tui, en 2010, con la siguiente sinopsis:

"Mi padre pasó dieciséis años (1959-1975) comunicándose conmigo exclusivamente a través de cámaras y dispositivos de grabación, documentando las violaciones emocionales que soporté bajo su dirección. Tras su muerte exhumé su colección: cajas de cintas de sonido, películas en super 8 y más de 10.000 fotografías. Como la hija y la directora, presento las pruebas."

La víctima es, efectivamente, la directora del documental, Marina Lutz. El personaje narrador de Doñate observa que

"en la narración queda claro que para la autora su progenitor, afamado fotógrafo de la época, no fue un buen padre. O más bien que no ejerció de tal, sino de voyeur obsesivo y dictatorial. Marina escoge de entre el monumental archivo, imágenes en su mayoría de contenido sexual, con ella desde bebé en ropa interior, o directamente desnuda, sentada en el urinario. Repite en bucle alguna de estas fotografías, las más escabrosas, hace zooms sobre el culo, vagina o pechos ya púberes. Las compara con retratos femeninos de toda índole, que su padre realizaba en el trabajo, las contrapone con otro de sus archivos, una especie de atlas de la mujer coetánea (...) La lectura, expuesta escuetamente, es taxativa. El señor Lutz fue un obseso, un erotómano, un maltratador psíquico y, posiblemente, un pederasta (...) Marina Lutz acierta a concluir diciendo, con el gesto recompuesto, con ligera jocosidad, que para ella aquello era una suerte de venganza contra su padre. Un material con el que había sido sojuzgada, y humillada o vejada, ahora se convertía en un dedo que se giraba hacia él mismo para condenarle. Que era un trabajo en inicio exclusivamente personal, pero varios amigos le convencieron de que debería exhibirse, ya que podría ayudar a mucha gente."

El documental ha obtenido multitud de galardones, pero tengo la impresión de que queda en pie la incógnita sobre el resultado de esta empresa: exhibir al exhibidor. Y, por otro lado, también cabe preguntarse por la eficacia de este sistema para conjurar los demonios de la víctima.

viernes, 8 de abril de 2011

Taxi Driver: visita guiada

Ver Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese en cine –en una brillante copia recién restaurada para el cumpleaños 35 de la película– deja claro que la imagen que nos ha quedado de Nueva York de la película no es la que está en buena parte del film. La violencia alucinante de los últimos veinte minutos de Taxi Driver ha terminado por ofuscar la ciudad retratada en su primera parte. En ésta, vemos una Nueva York filmada amorosamente, incluso eróticamente, con una cámara que se detiene en la humedad de las banquetas y el parabrisas como otras cámaras se demoran sobre el sudor de una piel. Es una fotografía suculenta (vista ahora tan resplandeciente como se vio hace más de tres décadas), aunque estorbada constantemente por los comentarios de racistas o ultraconservadores del taxista Travis Bickle (Robert de Niro).

Sigue acá.

Cioran, 100 años

No son los males violentos los que nos marcan, sino los males sordos, los insistentes, los tolerables, aquellos que forman parte de nuestra rutina y nos minan tan meticulosamente como el Tiempo.

-E.M. Cioran, Ese maldito Yo

jueves, 7 de abril de 2011

Hierro

El gran invento argentino

ESTEFANÍA ROMERO | Rolling Stone Argentina

Se podría poblar una ciudad entera con la cantidad de gente que entra cada día a Cuevana. Desde Taringa!, ningún invento argentino surgido del underground online había sido tan exitoso ni había impactado tan fuertemente en el consumo cultural de los usuarios. "No queremos que la gente deje de ir al cine. Si matamos el cine, a la larga, nos matamos a nosotros mismos", asegura Tomás Escobar, uno de los tres fundadores de esta plataforma para ver películas y series sin pagar un centavo.

Tomás tiene apenas 21 años. Es sanjuanino, pero desde hace tres años estudia Ingeniería en Computación en Córdoba. En un paso fugaz por Buenos Aires, Tomás le cuenta a RS la historia detrás de su criatura. Pocos podrían sospechar que este pibe de rulos y acento disipado, que de todas formas se siente a años luz de Mark Zuckerberg, es el responsable -junto a sus compañeros del secundario Mario Cardosio y David Fernández- del sitio más visitado de América latina en su rubro. "La idea surgió en octubre de 2009, cuando en esos días veíamos varias series como Lost, House, y cada semana descargábamos los últimos episodios. Un día, mientras estábamos bajando los capítulos, dijimos: «Esto puede ser más fácil, podemos simplificar este proceso para el usuario común de Internet». Y, de un día para el otro, armamos un prototipo de Cuevana, a la semana ya tenía nombre, dominio, y en dos semanas creamos el sitio y comenzamos a llenarlo con contenido. En septiembre lo lanzamos al público, y a un año y un poco más, estamos acá, donde nos ven."

Después de elegir el nombre sin demasiada razón (a la larga sirvió para alimentar el misterio del site, con esa resonancia entre alegórica y porno) y poner las cosas en marcha, el éxito los sorprendió. Tuvieron que adecuarse a las circunstancias tanto en lo técnico como en lo personal, dedicándole cada vez más tiempo al proyecto, aprendiendo más sobre técnicas de diseño y lenguaje de programación de alto tráfico -streaming, php, high screen-, medidas que inevitablemente los obligaron a ampliar el staff a diez personas fijas en distintas partes del país. "En América latina nos hemos convertido en la opción número 1 de películas y series online en sólo un año. Todo gracias al boca en boca y a las redes sociales", explican.

Buena parte del éxito de Cuevana se debe a la calidad DVD del material que suben, la rapidez con que actualizan las series y la facilidad del sistema: basta descargar el complemento que permite emitir los contenidos en streaming en alta definición. En la actualidad, tienen alrededor de medio millón de visitas diarias gracias a unos 250.000 espectadores que continúan aumentando un 40 por ciento cada mes. Con Chile y México como principales fuentes de visita, luego de Argentina.

El staff de diez cuevanos trabaja en equipo para cargar los videos, votos y noticias. Suben aproximadamente diez películas por día y actualizaciones de capítulos, priorizando lo que la mayoría consume. En total, los navegantes pueden seguir más de 200 series, ordenadas por temporada. Además, el usuario puede pedir contenido y reportar cualquier falla del servicio en la página, en Twitter y en Facebook.

Tomás se ocupa del diseño y el mantenimiento. No tienen nada parecido a una oficina: de hecho, se les dificulta reunirse, ya que los miembros trabajan desde varios puntos del país: Córdoba, Mendoza, Santa Fe. Pero muchas veces son los fans quienes comparten sus películas, series -"Cuevana es una comunidad, aquel que tengas ganas de colaborar, lo puede hacer"- y hasta se ofrecen para hacer las críticas o crear los subtítulos de sus series favoritas. Sin embargo, hay pautas de calidad que el equipo debe verificar para permitir el sharing: la definición, el reparto, guión, título original, año y póster correspondiente.

(Sigue acá.)

miércoles, 6 de abril de 2011

Pálido rey

Julio Valdeón Blanco | El Mundo

El 15 de abril alcanza las librerías uno de los volúmenes estrellas de 2011. Se trata de The Pale King, la novela inconclusa de David Foster Wallace.

Recuerden que el genial autor, con sus acotaciones interminables, laberínticas notas a pie de página y descacharrantes observaciones filosóficas es el muy desenfadado, visceral, cachondo, brillante, mercurial, sugestivo, poético, preciso, atormentado, culto, gamberro y trágico autor de libros como Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, La broma infinita o La niña del pelo raro.

Se suicidó el 12 de septiembre de 2008, con 46 años. Heredero de Pynchon y Don DeLillo, digno estudioso de Tolstoi y David Lynch, puso en limpio la América contemporánea. Acumuló relatos, capítulos, cuentos, reportajes, novelas, de apetito omnívoro y vocación total. Más allá del prodigio estilístico, del feliz dominio del idioma y sus flujos, con independencia de la reiterada facilidad y el pitorreo, reinaba un observador sagaz, intuitivo y punzante, un hombre triste y brillante, convencido de que, bien por sobredosis de placer bien de aburrimiento destilado, acabamos reventando, consumidos en jugo de exceso egomaníaco.

El proceso para montar los andamiajes de The Pale King parece sacado de una novela del propio autor. Meticuloso y obsesivo Wallace había acumulado miles de notas. Un voluminoso fajo de folios ya acabados. Decenas de capítulos sin barajar. Para ambientarla se suscribió a clases de contabilidad y carteó con abogados y gerentes. Al cabo de The Pale King habla de una oficina de recaudación de impuestos en Illinois. Tan aburrida que sus empleados reciben entrenamiento específico para no suicidarse. Los encargados de hilvanar la historia a partir de las indicaciones que Wallace había dejado, de los cuadernos con estructuras argumentales y cartulinas con anotaciones, fueron su esposa, Karen Green, y su fiel editor, Michael Pietsch. Con ellos construyen un texto que bien podría pasar por definitivo, si bien nunca sabremos cual hubiera sido el juicio de Wallace.

De alguna forma The Pale King se articula como el espejo donde reflejar La broma infinita. Su negativo. Su contrario en repensado aguafuerte o violento claroscuro. Si en La broma infinita existía una película capaz de matar de gozo a quienes la vieran, tan buena era, ahora tenemos una estructura kafkiana, o sea, burocrática, gris, mediocre, implacable con sus peones, donde morir de asco, aplastado por la nausea, es consecuencia directa de una cotidianidad insufrible.

Los personajes de The Pale King agonizan condenados a un paisaje de archivadores e informes, rodeados de jefes de sección, jefes en la planta de arriba y subjefes del jefe, un ecosistema de pelotas acampados en el negociado y, al cabo, polvorientos, amarillos, enloquecedores negociados como metáforas en absoluto abstractas del mundo que nos toca. Puro Wallace. Un autor, como explica un lector anónimo en Amazon, que por encima de sus admirables dotes, su genio para la frase enredada y superlativo fulgor lingüístico, amaba al hombre.

Incluso en los pasajes más atroces de sus libros, en mitad de la burla agriada, asoma el rictus bonachón, entrañable, de un tipo que aparte blandir el alfanje de entomólogo se sabía uno de los nuestros. Ni más listos ni más tontos que nadie. Ridículos e imbéciles todos. Egoístas y horteras. También soñadores. En la misma medida que débiles, épicos. Lo cuenta, con cañamón poético y prosa que hechiza a las cobras, su pálido rey.

martes, 5 de abril de 2011

Babelia

Hace un par de años, el compositor estadounidense Eric Whitacre comenzó la búsqueda de voces en internet para ensamblar un coro virtual que interpretara una pieza propia, “Lux Aurumque”. Entre todos los postulantes, seleccionó 185 videos, provenientes de 12 países, y junto a colaborador en la edición llegó a realizar un video que fue muy popular en Youtube a comienzos de 2010 (más de un millón de visitas).

“El video se expandió como pólvora. En un momento conseguimos 30.000 visitas y una hora más tarde ya estábamos recibiendo e-mails de gente de todas partes del mundo”, dijo Whitacre en una entrevista con el diario británico Daily Telegraph.

En setiembre de 2010, Whitacre, que además es conductor de orquesta, lanzó el proyecto Virtual Choir 2011, con el que emprendió una nueva búsqueda de cantantes a través de la red. Esta vez los candidatos deberían colgar sus videos interpretando “Sleep”. El resultado estará terminado en este mes de abril.

Acá cuenta cómo ha sido el proceso (lamentamos: sin subtítulos).

La calidad del misterio

De una columna de Fabio Morábito en Ñ:

El idioma materno de mi mujer es un idioma que yo no hablo; ella, en cambio, habla mi lengua materna. Nos comunicamos a través de un tercer idioma, que es el idioma del país en que vivimos. El que yo no hable ni entienda la lengua materna de mi mujer, al revés de ella, que habla la mía sin dificultad, me otorga una gran ventaja. Al estar expuesto en mi casa a un idioma extraño, que no entiendo ni quiero entender, la calidad de misterio de mi vida es superior a la suya. Cuando la oigo hablar en su idioma, bien sea con su hermana por teléfono o con algún compatriota que frecuenta, me doy cuenta de cuán poco la conozco, pues los sonidos de su lengua no tienen correspondencia exacta con los de ningún otro idioma que he oído. En especial la aspereza de ciertas consonantes aspiradas me perturban todavía después de treinta años de convivencia. Hay allí, en esos sonidos que parecen comprometer no sólo su garganta sino su estómago, un aspecto de mi mujer que escapa a mi comprensión, una cualidad de su sistema nervioso que me resulta ajena y hasta amenazante. Ella ha de experimentar lo mismo, pues me ha dicho que nunca se siente tan extranjera, tan sola e incomprendida como cuando usa su idioma materno dentro de nuestra casa, consciente de que ni yo ni mi hijo la entendemos, como si se tratara de una loca que desvaría. Así, después de que acaba de hablar por teléfono con su hermana, lo primero que hace, con la boca que todavía rezuma idioma materno, es ir a verme, temiendo quizá que su idioma haya creado un abismo entre nosotros, como esos terremotos cuya intensidad hace que el eje de la Tierra se desplace unos centímetros. Nos miramos con expresión interrogante, y entonces, a menudo, me ruega que aprenda su idioma, para no sentirse tan sola en nuestra casa. Pero yo le respondo que en esa soledad lingüística suya, y en el misterio que de ello se deriva, se cifra gran parte de su belleza y de mi amor por ella, y se retira resignada, como quien ha cerrado un trato desventajoso pero irrevocable.

domingo, 3 de abril de 2011

Los caníbales

Toda la tarde escuchando a esta banda increíble, emergida del movimiento Tropicalista de los años 60. Experimentales sin ser cerebrales, psicodélicos en el sentido más lúdico del término, Os Mutantes son, todavía, una fuente de descubrimientos sonoros y sensaciones estéticas.

Un pasaje de una buena reseña sobre el grupo del blog El Mahoma Social Club:
Quizá su fama sea más conocida que su música. Varias publicaciones han dado cuenta de la devoción de varias celebridades hacia la gran banda brasileña: el ex Talking Heads David Byrne (quien los ha reeditado a través de su sello Luaka Bop), Beck (quien bautizó su disco Mutations en homenaje a los norteños) o Kurt Cobain, quien intentó la quijotada de reunirlos para que subiesen al escenario durante la gira de Nirvana por Brasil. También fueron versionados por Belle & Sebastian, Sean Lennon y la Pequeña Orquesta Reincidentes. Uno nunca sabe qué misteriosas razones operan para que una banda sea considerada "de culto" pero no hay duda: también es aplicable a Os Mutantes.
El movimiento tropicalista, surgido a fines de los 60' en Brasil y liderado por los -entonces jóvenes- Caetano Veloso, Gilberto Gil y Tom Zé tenía como faro guía el "Manifiesto Antropofágico" redactado por Oswald de Andrade (tomar elementos de otras culturas para ingerirlos y luego regurgitarlos al mundo en forma de una nueva expresión cultural y artística). Aún cuando compartían época y escenario, Os Mutantes era otra cosa. Si sus composiciones, arreglos y letras ya eran estrambóticas para el oído promedio (recordemos que el ídolo pop brasileño de aquel momento no era otro que Roberto Carlos), su actitud en el escenario era aún más rupturista. Los tipos aparecían disfrazados, desataban un verdadero caos sonoro (solían tapar los abucheos provocando acoples interminables) y se reían: cosa jodida esa, eh. Ya suficiente era lucir raro y no tener -supuestamente- compromiso político como para, encima, divertirse en escena. Era más sencillo criticarles la ropa y su falta de respeto a los convencionalismos musicales de la época que escuchar su música. Y su música es maravillosa.
Integrado por Rita Lee (voz) y los hermanos Arnaldo Baptista (bajo, teclado y voz) y Sergio Dias (guitarra y voz), Os Mutantes fusionó como nadie rock y psicodelia garagera con samba y bossa. Resistida desde el vamos la banda fue, al principio, elogiada por la prensa y fustigada por un público que no los entendía. Lejos de amilanarlos, los jóvenes Rita, Arnaldo y Sergio (que tenían entre 17 y 20 años y provenian de la clase media alta de Sao Paulo) llevaron aún más lejos sus amenazas sonoras.
Sus primero tres discos son formidables: Os Mutantes (1968), Mutantes (1969) y A Divina Comedia ou Ando Meio Desligado (1970). Por 1971, Rita tomó distancia de Arnaldo (con quien se había casado poco tiempo antes) y comenzó su carrera solista sin interrumpir su participación en la banda. Su aporte se volvió cada vez más esporádico y para mediados de los 70' la banda siguió adelante sin ella y también sin Arnaldo. A Baptista (genial músico, hoy devenido artista plástico) se le empezaron a zafar los tornillos de a uno y pasó años yendo de la cama al psiquiátrico. Volviendo a aquella invitación de Cobain ésta fue, desde ya, rechazada por Os Mutantes. No obstante Kurt decidió escribirle una carta a su admirado Arnaldo en la que le decía "cuidado con el sistema que primero te traga y después te escupe". Arnaldo retribuyó la misiva diciendo "Kurt, yo ya fui tragado y escupido. Ahora estoy empezando de nuevo".

Teatro de otoño

Dos hechos del fin de semana:

1) Me propongo buscar unos materiales que necesito para un trabajo en curso y nos los encuentro. Comienzo a buscar en los lugares que supongo pueden estar, pero no encuentro nada. Demasiados papeles. Entonces inicio, sin proponérmelo demasiado, una limpieza de revistas, diskettes, recortes, recuerdos de viajes, facturas viejas. Me toma horas pero vale la pena. Los materiales siguen sin aparecer pero estoy dispuesto a seguir con la masacre papelera. Cinco bolsas grandes de basura marchan para el contenedor. Sigo con mis cosas y, horas después, salgo a la calle y encuentro, en la entrada de mi edificio, un montón de revistas que había tirado. Uno de los cuidacoches las había dejado allí, como en custodia. También encuentro al lado del contenedor varios de los diskettes. Pienso, automáticamente, en una escena de La conversación, de Coppola (utilizada como ejemplo del retorno de lo reprimido por Slavoj Zizek) en que el personaje quiere tirar evidencias por el inodoro y, en lugar de correr por el desagüe, los papeles desbordan las cañerías y, con ellos, vuelven a aparecer todo tipo de excrecencias. Pienso en eso y en que en este país nos hemos acostumbrado a convivir con el eterno retorno de nuestras propias excrecencias. No hay basura, de hecho. O, visto desde otro lado, todo es basura.

2) Un amigo veterano me avisa que este fin de semana son las últimas representaciones de la premiada La cabra o ¿quién es Sylvia?, de Edward Albee. Me la recomienda calurosamente. Vamos con mi mujer a la Sala Verdi, hermosa salita cuya reforma llevó años (e innumerables polémicas respecto a la inversión económica). La estructura está impecable, pero es notorio que el exceso de presupuesto no alcanzó para renovar las butacas ni para el aire acondicionado. A la media obra de transcurrida la obra, ya notamos varias cosas fuera de lugar, además de las butacas y la falta de aire acondicionado: el actor principal es paupérrimo y está a años luz de las exigencias del rol, la traducción del inglés la hizo un completo inepto y la dirección no tiene idea de dónde deben estar los énfasis, de cómo hacer mover a los actores y de lograr un concepto uniforme de las fluctuaciones dramáticas y cómicas del texto. Pero lo más llamativo es la reacción del público, que festeja cada parlamento mal dicho, cada chiste mal traducido y cada berriche actoral como si se tratara de un bocadillo del Bananita González en el Teatro de Verano. Con mi mujer nos miramos varias veces, más perplejos por esa claque complaciente que por el hundimiento que nos produce la puesta. Luego de dos eternas horas la obra finaliza y el público aplaude a rabiar, con media sala de pie. Salimos presurosamente, comentando sobre ese festejo facilongo de todo lo que se presume humorístico y sobre que nunca más volveremos a llevarle el apunte a las recomendaciones de mi amigo. Para mí, hago la asociación con el hecho de la tarde, el del contenedor de desechos, y se me ocurre que una sociedad que ya se ha acostumbrado a convivir tanto tiempo con la basura, ya no distingue una perla de un sorete.

El apartheid global

En El País de Madrid entrevistan a Slavoj Žižek y, como es habitual, el esloveno se despacha con algunos bocadillos imperdibles:

· Muchos se quejan de que Twitter o Facebook son comunidades artificiales, sucedáneos de la interacción humana cara a cara. Yo celebro estas comunidades artificiales; te permiten escapar de tu lugar asignado en la sociedad.

· Vivimos una época que promueve los sueños tecnológicos más delirantes, pero no quiere mantener los servicios públicos más necesarios.

· El capitalismo actual se mueve hacia una lógica de apartheid, donde unos pocos tienen derecho a todo y la mayoría son excluidos.

· Me opongo por completo a lo que suele llamarse estilo de vida ecologista. Hablo de la gente que recicla, tiene paneles solares y compra comida orgánica. Leí hace poco un informe que demuestra que si todos siguiéramos esas pautas de consumo provocaríamos una catástrofe, ya que los artículos ecológicos son mucho más caros de producir.

· El problema es que no nos centramos en lo que realmente nos satisface. Estamos atrapados en una competición malsana, una red absurda de comparaciones con los demás. No prestamos suficiente atención a lo que nos hace sentir bien porque estamos obsesionados midiendo si tenemos más o menos placer que el resto.

· En Occidente queremos libertad y dignidad, pero estamos dispuestos a abolirlas en nombre de esa misma búsqueda.

· No soy un ingenuo, ni un utópico; sé que no habrá una gran revolución. A pesar de todo, se pueden hacer cosas útiles, como señalar los límites del sistema.

viernes, 1 de abril de 2011

Crónica de un rodaje

Uno de los pensamientos posteriores a filmar un corto:

Empezaré por un par de cosas que ya sabía: como rezaba el cartel que Mike Hausman tenía en su oficina, todos los errores se cometen en la preproducción. Y yo añadiría: hagas lo que hagas, cometerás un par de ellos con toda seguridad. Así que más vale concentrarse bien.

El resto acá.

Domingos locos

Por otra parte, Scott se sentía feliz cuando atraía a la gente humillándose en público. Ésa era su norma, en especial cuando se trataba de gente de mucho talento y éxito. En 1920, al enterarse de que Edith Wharton estaba en la editorial, irrumpió en el despacho de Charles Scribner y se puso de rodillas a los pies de la escritora, como homenaje literario. En 1928 amenazó con tirarse por la ventana de un apartamento parisiense como tributo al genio de James Joyce, con quien estaba cenando. Cuando Hemingway se encontraba cerca, Fitzgerald se degradaba de una manera especialmente embarazosa. Al menos dos veces –durante una fiesta de los Murphy en honor de Hemingway en Juan-les-Pins y en una cena con Wilson y Hemingway en Nueva York–, se dedicó a andar por el suelo a cuatro patas.

En 1931, Fitzgerald, que había bebido demasiado en una fiesta dominical organizada por Irving Thalberg y Norma Shearer en Hollywood, decidió divertir a los actores y directores presentes con su humorística canción titulada “Perro”. Sus esfuerzos le valieron un estrepitoso abucheo. Fitzgerald utilizó el incidente –un tanto transformado para mejorarlo en su réplica narrativa– en su excelente relato Domingo loco, al igual que utilizó otras humillaciones sufridas en su propias carnes en Suave es la noche. Debió de costarle escribir semejantes confesiones. Hasta resulta penoso leerlas.

Según Arnold Gingrich, Fitzgerald poseía “la tendencia celta, extraña y casi mística, a disfrutar de la mala suerte, como otras personas disfrutan de la mala salud”. En su opinión, Scott estaba tan fascinado por el fracaso como Ernest enamorado del éxito. “Si una cosa marchaba mal en su vida, y siempre parecía que algo no marchaba [...], entonces todo iba mal y daba la impresión de que le gustaba contarlo”. Max Perkins creía que esa característica fue la que le empujó a escribir los ensayos de El crack-up, y que de esa manera puso en peligro su carrera. Era, según la maravillosa palabra de Samuel Johnson, un “buscapenas” que sentía placer dramatizando sus derrotas.

A la vista de todo ello se puede definir a Fitzgerald como un masoquista absoluto: es decir, una persona que “disfruta”, “siente placer” o “se alegra” de sus fracasos y humillaciones. Pero a veces conviene revisar esos términos. Shirley Panken afirmó en The Joy of Suffering (La dicha de sufrir) que “lo que podría significar es una necesidad de drama, de crisis, de sensación, de estímulo, esto es, necesidad de alta tensión, que sirve para resaltar la identidad de cada cual o asumir un espúreo sentimiento de vitalidad”. La situación de Fitrzgerald parece vencerse por el lado de la necesidad de drama. En un momento de profunda intimidad, Rosemary Hoyt le dice a Dick Diver: “Oh, qué actores somos tú y yo”, y las interpretaciones a las que se dedica Diver a lo largo de la novela lo confirman.

-Scott Donaldson, Hemingway contra Fitzgerald. Siglo XXI. Madrid, 2002.

(Encontrado en Neorrabioso)