Orson
Welles:
Yo nunca pude soportar a Bette Davis, así que no me gusta cómo actúa; físicamente,
me refiero. Físicamente detesto a Woody Allen. No me gustan los hombres como
él.
Henry
Jaglom:
Nunca he comprendido por qué lo detestas. ¿Acaso lo conoces?
OW: Pues claro que lo conozco, y
no lo aguanto, padece el síndrome de Chaplin: una particular combinación de
arrogancia y timidez... Me da dentera.
HJ: No es
arrogante, es tímido.
OW: Por supuesto
que es arrogante. Como les ocurre a todos los tímidos, tiene una arrogancia
desmedida. Todo aquel que habla en voz baja y muy despacio y se arruga delante
de los demás es inconcebiblemente arrogante. Parece tímido, pero no lo es.
Tiene miedo. Se odia y se ama al mismo tiempo, y, por eso, está siempre tenso.
Y luego las personas como yo tenemos que darle carrete y fingir modestia.
HJ: ¿Crees que se
toma demasiado en serio?
OW: Naturalmente
que se toma demasiado en serio. Y creo que sus películas lo demuestran. No hay
nada que me resulte más violento: un hombre que muestra lo peor de sí mismo
para hacer reír..., a fin de liberarse de sus complejos. Todo lo que hace para
el cine es terapéutico.
HJ: Por eso
tampoco te gusta All That Jazz, de
[Bob] Fosse.
OW: Exacto. No me
gustan las películas terapéuticas. Tengo gustos muy católicos, pero hay cosas
que no puedo soportar.
HJ: Pues a mí me
encantan las películas de Woody. En eso no estamos de acuerdo. Tampoco estamos
de acuerdo en nuestra opinión sobre los actores. No puedo olvidar lo que
dijiste de Brando.
OW: Es ese
cuello... como una salchicha enorme, como un zapatón de carne.
HJ: Dicen que no
es muy inteligente.
OW: Casi ningún
gran actor lo es. Larry [Olivier] es muy..., quiero decir, y hablo en serio, es
tonto. Yo creo que la inteligencia es un inconveniente para un actor. Porque si
eres muy inteligente no eres, por naturaleza, muy emotivo, sino cerebral. Puede
haber personas muy cerebrales que también sean grandes intérpretes, pero es más
complicado. Dentro de las artes escénicas, los actores y los músicos tienen una
inteligencia parecida. Me gustan mucho los músicos; los cantantes no tanto. Los
cantantes están toda la vida pendientes de sus cuerdas vocales, ¿sabes? Te pasas
veinte años así, ¿y de qué otra cosa vas a hablar? Los cantantes son
prisioneros de sus cuerdas vocales, así que están en lo más bajo del escalafón;
y los actores en lo más alto. Aunque hay excepciones. Leo Slezak, el padre de
Walter Slezak, el actor, protagonizó la mejor anécdota del mundo del teatro de
todos los tiempos. Era el mejor tenor wagneriano de su época, el rey sin corona
de Viena. Estaba cantando Lohengrin...;
si eres wagneriano, recordarás que Lohengrin entra en el escenario montado en
un cisne que va por un río, baja del cisne, canta y, al final de su última
aria, tiene que volver a subir al cisne y marcharse. Pues bien, una noche el cisne
se marcha por su cuenta antes de que Leo Slezak pueda volver a subir y Leo, sin
perder la melodía, se vuelve hacia el público y canta: “¿A qué hora sale el
próximo cisne?”
HJ: ¿Cómo pueden
tener tanto encanto y no ser inteligentes? Nunca lo he comprendido.
OW: Bueno, también
hay personas con talento que no son inteligentes. Simplemente ocurre.
(Extraído de Mis almuerzos con
Orson Welles. Anagrama, 2015
Trad. Amado Diéguez)
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