por Ambrose Bierce
Amor, s. Insanía
temporaria curable mediante el matrimonio, oalejando al paciente de las
influencias bajo las cuales ha contraído el mal. Esta enfermedad, como las
caries y muchas otras, sólo se expande entre las razas civilizadas que viven en
condiciones artificiales; las naciones bárbaras, que respiran el aire puro y
comen alimentos sencillos, son inmunes a su devastación. A veces es fatal,
aunque más frecuentemente para el médico que para el enfermo.
Aplauso, s. El eco de una
tontería. Monedas con que el populacho recompensa a quienes lo hacen reír y lo
devoran.
Autoestima, s. Evaluación
errónea.
Bigamia, s. Mal gusto que
la sabiduría del futuro castigará con la trigamia.
Bruto, s. Ver Marido.
Cagatintas, s. Funcionario
útil que con frecuencia dirige un periódico. En esta función está estrechamente
ligado al chantajista por el vínculo de la ocasional identidad; en realidad el
cagatintas no es más que el chantajista bajo otro aspecto, aunque este último
aparece a menudo como una especie independiente. El cagatintismo es más
despreciable que el chantaje, así como el estafador es más despreciable que el asaltante
de caminos.
Conservador, adj. Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición
al liberal, que desea reemplazarlos por otros.
Deber, s. Lo que nos
impulsa inflexiblemente en la dirección del lucro, por la vía del deseo.
Egoísta, adj. Sin
consideración por el egoísmo de los demás.
Famoso, adj. Notoriamente
miserable.
Fe, s. Creencia sin
pruebas en lo que alguien nos dice sin fundamento sobre cosas sin paralelo.
Fidelidad, s. Virtud que
caracteriza a los que están por ser traicionados.
Hipócrita, s. El que
profesando virtudes que no respeta se asegura la ventaja de parecer lo que
desprecia.
Hombre, s. Animal tan
sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser, que olvida lo que
indudablemente debería ser. Su principal ocupación es el exterminio de otros
animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se multiplica con tanta
rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, además del Canadá.
Idiota, s. Miembro de una
vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre
dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo especial de
pensamiento o acción, sino que “satura y regula el todo”. Siempre tiene la
última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas de la opinión y
el gusto, dicta las limitaciones del lenguaje, fija las normas de la conducta.
Justicia, s. Artículo más o
menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus
impuestos y sus servicios personales.
Malechor, s. El principal
factor en el progreso de la raza humana.
Moral, adj. Conforme a una
norma de derecho local y mudable. Cómodo.
Nepotismo, s. Práctica que
consiste en designar a la propia abuela para un cargo público, por el bien del
partido.
Occidente, s. Parte del
mundo situada al oeste (o al este) de Oriente. Está habitada principalmente por
Cristianos, poderosa subtribu de los Hipócritas, cuyas principales industrias
son el asesinato y la estafa, que disfrazan con los nombres de “guerra” y
“comercio”. Esas son también las principales industrias de Oriente.
Paciencia, s. Forma menor de
la desesperación, disfrazada de virtud.
Presente, s. Parte de la
eternidad que separa el dominio del desengaño del reino de la esperanza.
Radicalismo, s. El conservadorismo
de mañana inyectado en los negocios de hoy.
Rumor, s. Arma favorita
de los asesinos de reputaciones.
Sabiduría, s. Tipo de
ignorancia que distingue al estudioso.
Tacaño, adj. El que
indebidamente quiere conservar lo que muchas personas meritorias aspiran a
obtener.
Una vez, adv. Suficiente.
(Del Diccionario del Diablo, El Aleph, 1999)
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