lunes, 17 de enero de 2011

El nuevo orden virtual

Simona Levi (Turín, 1966) es una de las activistas pro cultura libre más conocidas de Catalunya. Establecida en Barcelona desde 1990, combina la dirección del centro de agitación cultural Conservas con el teatro y la performance. También participa en varios movimientos sociales a favor del libre intercambio de contenidos en Internet, el derecho a la vivienda y el uso del espacio público.

-¿Internet es un derecho?

-Sí, como la vivienda o el bienestar físico. Igual que lo es la movilidad de la gente y por eso el transporte también debería ser gratuito.

-¿Qué es la red neutral y qué la amenaza?

-Es una red no intervenida, no dirigida como la parrilla de una televisión. Las empresas, la propiedad, los gobiernos, no deben juzgar quien se conecta, a qué velocidad o qué puede visitar y qué no. Y deben tener la misma fuerza y capacidades una multinacional que la tienda de un señor de a pie.

-Si los beneficios del software libre, Linux, Creative Commons, etcétera, son tan evidentes, ¿por qué la inmensa mayoría de la sociedad sigue con Microsoft?

-¡No! ¡Se están moviendo! Poco a poco, sin martirizarnos, lo estamos haciendo. Actualmente cambiarte a Linux es un esfuerzo. Pasarte a cosas que te hacen más libre, aunque sea para tu beneficio, tiene que serte fácil, porque si no, no lo haces. Y hoy en día no llegamos a todo, tenemos que delegar. Hay muchas personas que asisten a las sesiones de ayuda para instalar Linux, que montan colectivos varios en Barcelona, y agradecen que les echen una mano, poder aprovechar la experiencia y los trucos que han recopilado. Yo misma, que me encantaría pasarme a Linux, todavía voy con Mac porque no he tenido los dos meses que hacen falta para migrar. Además, ahora con la crisis las instituciones se están poniendo las pilas con el software libre. En el CCCB, por ejemplo, no había Photoshop y como no había dinero para comprar licencias, instalaron el GIMP. La gran diferencia con el nacimiento del software libre es que tenemos una alternativa.

-Otro ejemplo. Su colectivo defiende legalizar las descargas de productos culturales y compartirlas entre usuarios, algo con lo que casi todo el mundo estaría de acuerdo. Pero sin embargo algo por lo que difícilmente habrá una manifestación millonaria…

-¡Pero si tampoco se han manifestado porque su dinero, el de sus impuestos, se lo hayan dado a los bancos! Funcionamos por nichos, por colectivos de interés y prioridades, porque no podemos estar en todo. Hay rebelión, sólo que en espacios virtuales, en círculos amplios de afinidad. La oposición a la Ley Sinde ha sido un claro ejemplo: en un día había 100.000 personas firmando un manifiesto. Internet nos ha concienciado a la ciudadanía que podemos organizarnos de forma complementaria, que no hace falta que estemos todos en todo, sino entre todos hacer grandes cosas, cada cual desde su temática. Si perdemos esta herramienta, perderemos una capacidad de lobby que no habíamos tenido nunca antes.

-Las descargas de música es cierto que han reducido el gasto en discos, al menos un poco, pero se ha visto que no son antieconómicas. Como contrapartida han disparado la escucha de música, el interés de nuevos consumidores y, al final, el gasto en los bares que programan música en directo.

-Es un trasvase de beneficios. Tengo recopilados 34 gráficos sobre esto. Baja la venta de discos, pero por ejemplo suben los conciertos y las ventas por Internet. Spotify por ejemplo es una empresa que maneja cifras muy elevadas. A partir de ahora el negocio estará en los contenidos ‘live’ [en vivo] y los que circulen rápido. Lo que más gusta ahora son las cosas en directo, en persona. Hasta el negocio editorial, que era el que menos innovaba, se empiezan a plantear las lecturas-charla, las conferencias… Y además de lo ‘live’, el negocio pronto también estará en la circulación por Internet: Streaming, descargas…

-En la red lo que manda es lo gratuito…

-¡En Internet también se compra! Yo no utilizo Spotify pero si que pago en LastFM, por ejemplo. Al fin y al cabo, cuesta un tiempo y un esfuerzo descargarse las cosas, así que si no tienes tiempo pues lo delegas o lo compras a un precio razonable, a un euro o dos. También me gusta porque es un medio justo: Madonna no se arruinará por vender un poquito más barato y los alternativos, que nos cuesta más encontrar sus canciones para descargárnoslas, podrán vender un poco más. No te importa pagar dos euros por una música que acabas de descubrir, que te sorprende; pero si te piden 25 euros, ¡pues claro que te lo pensarás! En general las descargas han estimulado al sector, se ve más cine, se escucha más música. Las películas del festival Sundance están en descarga, pero la gente también se las compra.

-Un músico puede compensar menos ingresos en discos por más conciertos, pero en otras disciplinas es mucho más complicado. Un escritor, por ejemplo. ¿De qué vive, sin derechos de autor?

-Es que el tema no es vivir sin derechos de autor. Justamente los que los defienden tanto, esconden que estos derechos se usaban para precarizar el talento de la gente. En especial en los contratos para televisión y editoriales. Los guionistas, por ejemplo, no cobran por las decenas de guiones que escriben sino sólo por los pocos que llegan a emitirse. Hay experiencias alternativas que han funcionado. La librería cooperativa Traficantes de Sueños, por ejemplo. Funciona, hay gente viviendo de los libros que venden. Según explican, la clave es volver a los nichos de mercado, a los grupos de interés. La tendencia es volver a lo micro, a lo especializado, a una medida más humana, en vez de las grandes superficies donde está todo junto. Una novela es muy difícil pasarla a life, porque su placer es leerla en la cama o tumbada al sol. El ‘live’ de los libros es lo que haces con ellos.

Entrevista completa en La Vanguardia.


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