Por Antonio Jiménez Barca
El actual fenómeno literario en Francia se llama Stéphane Hessel y es un hombre delgado, con el pelo rapado, simpático, atento y lúcido. Tiene 93 años, se dirige a su mujer, de parecida edad, llamándola “amor mío”, ha vivido una vida de aventuras, coraje y determinación que no cabría en varias películas y reside en un piso discreto y acogedor en un barrio del sur de París.
Canturrea al pasearse por el apartamento. Recibe muchas llamadas que no contesta. Su fax temblequea constantemente. Su librito, un panfleto político de 32 páginas titulado Indignez vous! (¡Indígnense!) ya ha sido comprado por 850.000 franceses, va a sobrepasar el millón, se encuentra en las listas de los libros más buscados en Francia y se va a traducir a una veintena de lenguas. Editado de forma casi artesanal por Indigène, empresa perteneciente a un matrimonio de editores militante y comprometido de Montpellier, se vende a tres euros. Al principio imprimieron 8.000 ejemplares pensando que no iría más allá. Pero el librito, que salió en plena tormenta social en Francia por el retraso de las jubilaciones, cobró vida propia.
Nacido en Berlín, Hessel llegó a París en
Hessel estudió en
“Mi obra exhorta a los jóvenes a indignarse, dice que todo buen ciudadano debe indignarse actualmente porque el mundo va mal, gobernado por unos poderes financieros que lo acaparan todo”. Y prosigue: “En nuestra época teníamos un adversario claro: Hitler, Stalin. Y dijimos ‘no’. Ahora, el enemigo es más difícil de encontrar. Pero es igual de importante decir ‘no’. Hay que resistir otra vez. Nosotros nos jugábamos la vida. Pero los jóvenes de ahora se juegan la libertad y los valores más importantes de la humanidad”.
Sabe de lo que habla. En junio de 1940, se levantó contra el régimen colaboracionista de Vichy. “Muchos franceses pensaban que la guerra había terminado ya y no querían saber nada del llamamiento de De Gaulle desde Londres. Otros nos negábamos a que todo acabara así”. El joven subteniente Hessel saltó al norte de África. De ahí a Lisboa, antes de llegar a Londres, donde se puso a las órdenes del general. “De Gaulle era muy alto, muy cortés. Entonces éramos muy pocos a su alrededor. Cuando llegué, me invitó a comer: a mí, a un subteniente. Supe entonces que era el hombre al que debíamos seguir”. Trabajó tres años en la capital británica como organizador de la red de espionaje en Francia. Después, harto del despacho, fue enviado a Francia como jefe de espías. “Trabajábamos enviando información a Londres por radio. Pero no se imagine las radios de ahora. Eran aparatos que funcionaban muy mal, y no podíamos emitir más de 20 minutos porque nos interceptaban los alemanes”.
Un camarada, tras ser torturado por
Se reunió con su esposa Vitia y sus tres hijos. Se convirtió en diplomático. En 1948 participó en la elaboración de
-El País
http://blogs.montevideo.com.uy/hnnoticiaj1.aspx?42783,18645
ResponderEliminarEs un Off-topic total, ¿pero vió eso Lorre? Yo lo titularía "solidaridad instantánea entre publicistas" ¡Qué asco!
Sí, lo vi, Miss Mary. Y me dio tanta repugnancia que preferí pasarlo por alto. (Además, varios lectores de este blog me habían hecho notar que la virulencia que habían tomado los posts de principios de año los había dejado al borde de la úlcera.) Pero cuando leí este dislate de Ahunchain pensé lo mismo que Ud.: Dios los cría y ellos se cubren el culo. Es notable cómo les da la cara para hablar de "libertad de expresión" a estos eternos mercenarios, y cómo retuercen la retórica a su favor hasta más allá de lo concebible. No les alcanza con vendernos basura, politicastros y mayonesas: también quieren vendernos libertad de expresión. Paredón con ellos. Me ha devuelto el veneno, Miss Mary. Y que conste que venía bajando las revoluciones. Gran saludo.
ResponderEliminarMil perdones. Nada más lejos de mi que transformarlo en un hombre envenenado y triste. Aprendamos del señor este Hessel y tendremos una vida larga y plena!
ResponderEliminarDescuide, Miss Mary, descuide. El veneno puedo controlarlo o, de última, volcarlo en este blog. Y respecto a lo triste, desde que tomo T4 la vida me sonríe.
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