Camino adrede por las calles donde hay prostitutas. La acción de pasar junto a ellas me excita; esta posibilidad remota, pero no por ello menos existente, de irme con una de ellas. ¿Es esto una bajeza? No conozco, sin embargo, otra cosa mejor, y el hecho de realizarlo me parece en el fondo inocente y casi no me produce remordimiento. Sólo deseo a las gordas de cierta edad, con vestidos anticuados, en cierto modo suntuosos gracias a algunos colgajos. Probablemente una de esas mujeres ya me conoce. La he encontrado este mediodía; no llevaba aún su traje de faena; el cabello se veía pegado a la cabeza; iba sin sombrero, con una bata de trabajo como las cocineras, y llevaba un bulto, tal vez a la lavandera. Nadie habría visto en ella el menor atractivo, sólo yo. Nos miramos fugazmente. Esa misma noche (desde el mediodía bajó la temperatura), la vi con un abrigo ajustado, de color pardo amarillento, al otro lado de la angosta calleja que sale de la Zeltnergasse, donde hace la carrera. Volví dos veces la vista hacia ella, que también captó mi mirada, pero lo que hice fue realmente escaparme.-Franz Kafka, Diarios (1910-1913)
martes, 25 de enero de 2011
Una de esas mujeres
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¨En cuanto les diga que estamos llegando empiezan a charlar, a pintarse, recuerdan su oficio, se hacen mas feas y viejas,ponen cara de señoritas, bajan los ojos para examinarse las manos. Son tres y no demoré quince días. Barthé tiene más de lo que merece, el y todo el pueblo, aunque puede ser que se rían al verlas y continúen riéndose durante días o semanas. Ya no tienen quince años y están vestidas como para enfriar un chivo. Pero son gente, son buenas, son alegres y saben trabajar¨
ResponderEliminarJuntacadáveres- Juan Carlos Onetti