Al gran pueblo pirata, salud

Ya conocemos la predilección de nuestra amiga Miss Mary por los asuntos relacionados con las implicancias legales de la cultura (o ilegales, que para el caso suelen ir juntos). La sabíamos enfrascada en la investigación del desagradable affaire conocido como “Ley Sinde”, una movida del gobierno español que, con la excusa de defender el derecho masivo a la cultura, se enfrascó en el obvio proteccionismo de la industria poniéndole coto a las descargas gratuitas de Internet. El parlamento le dio la espalda, pero luego –políticos al fin– ganaron las componendas y los acomodos por debajo de la mesa, y la ley entró a regir en estos días. Una de las bajas que quedó por el camino fue la renuncia, en señal de protesta, de Álex de la Iglesia a la presidencia de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España, coronada por un soberbio discurso en la última entrega de los Goya.

Tal vez por contagio de un país que los ingleses conservadores llaman, con un desembozado desprecio, “el paraíso de los piratas digitales”, los vecinos portugueses han querido redoblar la apuesta. En un artículo que nos envía Miss Mary nos enteramos de que el gobierno de Portugal está creando un cebo para seducir a los incautos, darles la captura in fraganti y amenazarlos con desactivarlos de la red. Se trata de “un software utilizado en seguridad informática cuyo fin en este caso será atraer usuarios y poder recoger información sobre éstos como su dirección IP.” La nota agrega, para mayor descrédito del gobierno portugués, que se trata de un “acuerdo negociado en secreto entre la industria discográfica del país y la IGAC (Inspección General de Actividades Culturales), organismo dependiente del Ministerio de Cultura.”

Nos cumple dejar constancia del atropello y de los votos para que el ingenio de los hackers, que no descansa nunca, resuelva con prontitud esta nueva demostración ibérica de necedad, estupidez y sometimiento a los intereses comerciales.