lunes, 28 de marzo de 2011

Cine huérfano

ELEONORA VALLAZZA | La Nación

En una época en la que es posible hacer películas con un teléfono móvil o a partir de imágenes tomadas de YouTube, una de las tendencias de mayor crecimiento en el mundo del cine es el found footage, también conocido como “cine de collage”, “films de montaje” o, lisa y llanamente, “cine encontrado”. Con un origen que se remonta a los años 50, la experimentación propia del found footage ha convertido los logros tecnológicos de los tiempos actuales en su panacea técnica, circunstancia que por un lado democratiza el arte de hacer películas y, por el otro, desarrolla hasta horizontes impensados el diálogo entre las obras del pasado y las osadías del presente.

La clave del found footage es el reciclaje, ya que las películas realizadas con esta técnica utilizan un material preexistente (de archivos cinematográficos o de orígenes menos nobles, como pueden ser los mercados de pulgas o los cestos de basura de las distribuidoras) para construir un discurso nuevo. Como se puede prever, en la mayoría de los casos el resultado de esa nueva obra es un hecho artístico que avanza hacia una dirección completamente distinta de la que sugerían los materiales originarios. Además, así como el origen de los materiales es diverso, también los géneros que sirven de fuente son muy distintos e incluyen noticieros, films educativos, institucionales, propagandísticos, pornográficos, amateurs, familiares y etnográficos. Por último, la variedad también llega a los soportes, que pueden ser 8mm, Súper 8, 16mm y video.

Dos argentinos –ambos realizadores, periodistas y programadores del BAFICI– son los compiladores de Cine encontrado. ¿Qué es y adónde va el found footage?, uno de los pocos libros especializados en esta cuestión. Para Leandro Listorti y Diego Trerotola, el found footage no puede ser pensado como género o subgénero dentro del cine artístico o experimental porque “su definición no depende de un adjetivo o un sustantivo, sino de un verbo, found, que evoca una acción. Esa acción es un tipo muy particular de práctica, que por sus resultados funciona como una práctica crítica”, según afirma Trerotola. Tal vez por ese espíritu, a mitad de camino entre la acción, la experimentación y la crítica, el “cine encontrado” se vincula de manera directa con las creaciones de los vanguardistas de entreguerras del siglo XX, como los collages dadaístas o los ready made.

La intención de los compiladores no fue la de realizar una lectura histórica del found footage sino la de ofrecer un panorama amplio que incluyera distintas miradas sobre el fenómeno. Para eso, convocaron a realizadores y teóricos, muchos de los cuales participaron de un ciclo especial que la última edición del BAFICI le dedicó a esta tendencia. Curiosamente, a pesar de la variedad de registros y opiniones que aparecen en el libro, la mayoría de los artistas involucrados parecen coincidir en que hacer y pensar el cine found footage son actividades conjuntas que se retroalimentan, y una no se da sin la otra.

En un plano temporal y filosófico, resulta imposible comprender este cine fuera del marco de la posmodernidad; por eso puede afirmarse que esta práctica se pone de manifiesto por primera vez en 1958 con el realizador estadounidense Bruce Conner y su A Movie by Bruce Conner, con la que de un plumazo reflexiona sobre el lenguaje cinematográfico y construye una nueva teoría sobre la creación artística. En ese film, Conner abre con una mujer desvistiéndose, en una imagen que proviene de una película softcore, para luego mostrar fragmentos de un documental bélico. Poco después, el periscopio de un submarino se mueve de tal manera que sugiere, gracias al corte con el que termina la toma, que el operador del periscopio está mirando una película con desnudos de Marilyn Monroe. Así, Conner reunió indiscriminadamente el sexo y la violencia como los ejes del mundo audiovisual contemporáneo. Al mismo tiempo, provoca que el concepto de autoría entre en crisis, ya que el director realiza una película sin filmar y, en la secuencia de créditos, presenta una y otra vez su propio nombre y las palabras “El Fin”, junto con la ya citada mujer y su inusual striptease.

El camino iniciado por Bruce Conner se enriqueció y complejizó desde finales de los años 60 con el trabajo de Gustav Deutsch, Jonas Mekas, David Rimmer, Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi, Craig Baldwin y Ken Jacobs, entre otros. Cada uno de ellos representa diferentes tendencias dentro de este cine, según el soporte material de las películas encontradas. Una de esas tendencias es la “maderista”, cuyo objetivo es la manipulación del material fílmico, que en ocasiones llega a la destrucción del propio celuloide. En esa línea, el realizador Eugeni Bonet denomina “cine métrico” a la tendencia del cine experimental que interviene la textura original para que ostente su calidad de superficie y exponga la trama fílmica.

Por otro lado, otra tendencia con gran desarrollo es la que Bonet denomina compilation film o película collage. Aquí, las técnicas de montaje o desmontaje se unen para alterar, corregir o analizar la película encontrada. El compilation film aprovecha las posibilidades de las nuevas tecnologías y se desarrolla tanto en películas en soporte fílmico como en video analógico y digital. Estas películas collage se corresponden con una intencionalidad artística más conceptual, que muchas veces se transforma en un vehículo para expresar la mirada política de los realizadores sobre alguna temática en particular.

De todas maneras, como afirman Trerotola y Listorti, estas tendencias no son puristas o irreconciliables. Y tampoco son las únicas. Un ejemplo son las “películas huérfanas”, tema en el que se explaya Paula Félix-Didier, directora del Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires, en el volumen compilado por Trerotola y Listorti . El “cine huérfano” es un “metraje encontrado” que proviene de espacios ajenos al archivo institucional. En los años 90 se comenzó a utilizar el término “huérfanos” para aquellos films que por diversos motivos quedan afuera de los programas de rescate y restauración, pero que por esa misma razón tienen mucho que decir acerca de la preservación de la memoria audiovisual no oficial. En Estados Unidos, estas películas son las protagonistas del festival Orphans, en el que diferentes personas e instituciones acuden con metrajes encontrados que son exhibidos para luego reflexionar sobre su origen posible.

Esta práctica cinematográfica ya ha ganado importancia en la programación de los encuentros y ciclos de cine, y en Estados Unidos ya tiene su propio festival (Found Footage Festival, www.foundfootagefest.com), que exhibe trabajos realizados exclusivamente en video. En nuestro país, los principales referentes son Gustavo Galuppo (más vinculado al mundo del video arte, autor de Yo, Duras y Fedra o la desesperación) y Pablo Marín (experto en metraje fílmico, creador de Blocking). En opinión de Trerotola y Listorti, la principal razón del auge de esta práctica es la actual circulación de las imágenes, cuya manipulación está al alcance de la mano de cualquier usuario de teléfono celular.

Signo de los tiempos o cine del futuro, el found footage es otro ejemplo de la democratización del arte. En su porvenir habitan las claves de una evolución empeñada en cruzar límites.

No hay comentarios:

Publicar un comentario